Producción: Marcella
Creador: Hans Rosenfeldt, Nicola Larder
Año: 2018
Plataforma: Netflix
En 5 líneas esta serie:
Es del sub-genero criminal nordic noir
Cuenta la historia de una anti-heroína
Tiene una actuación protagónica convincente
Destaca por su ambientación
Usa recursos comunes en el thriller de suspenso
Llueve sobre Londres otra vez, el vicio y la degeneración se asoman entre las paredes tan grises como el cielo. En esta ciudad, cuyo ambiente de penumbra siempre parece ser otro personaje en las historias criminales, una detective intenta ordenar el caos sin sucumbir al propio.
Marcella (Anna Friel) es una mujer divorciada que atraviesa un duelo constante. La muerte y la ruptura con su pasado la persiguen. A la par, ella es una detective implacable, obsesiva y frustrada que deambula por la cosmopolita urbe tirando de todos los hilos que la ayuden a resolver su caso. La dualidad en la vida de Marcella une todos estos hilos, haciendo que los conflictos tengan una trayectoria unidireccional entre su vida privada y la perversión de los crímenes que persigue. Estamos ante un thriller de suspenso y ante el drama interno de una madre divorciada que intenta mantener las pocas cosas buenas de su vida en pie.
Esta serie no teme en mostrar hasta donde su protagonista puede aguantar los limites morales en pos de su estabilidad emocional. Su piedra angular es exponer más el perfil psicológico de su protagonista que de sus antagonistas. (De ahí el título) Y cuya base es el clásico juego de ajedrez entre la detective y el psicópata, aunque sin hacer una apología a la defensa del orden. Marcella puede catalogarse como una ruda anti-heroína. Pero su rudeza dista de la que la masculinidad nos ha hecho entender en historias de este tipo. Ella es una cazadora disfuncional que no se detendrá hasta encontrarse con su esencia. El conflicto para el espectador es resolver si esta esencia es buena o mala.
Con una gran ambientación, esta historia explota el clásico suspenso criminal siendo versátil y guardándose en el fondo del guion la oscuridad melancólica. Tiene momentos donde la pesadez de los flashbacks puede recrudecer el entorno ya de por sí negro, y sabe dosificar las pistas en el entramado para limitar al espectador con la inquietud de la expectativa final.
Se agradece las propuestas como Marcella que cada día coloca una mujer en escenarios que han estado ampliamente dominados por personajes masculinos. Y que esta visión sea respetada hasta el limite con la calidad y el talento necesario. No por afán de equidad, si no por el afán de presentar un relato que haga justicia al género. En este caso, Marcella tiene dos temporadas que valen su discurso y que desde mi perspectiva ha pasado por Netflix discretamente hasta ahora. Una serie para cuando llueve en la ciudad, otra vez.