Producción: Mudbound: El Color de la Guerra
Director: Dee Rees
Año: 2017
Plataforma: Cartelera

 

En cinco líneas esta película:

Es un drama inspirado en una novela de Hillary Jordan

Sobresale por su valor estético y reflexivo

Tiene un gran elenco

Tiene una historia que aprieta pero no mata

Le puede resultar un poco larga a quienes no la trabajen

 

   

 

En el ensayo El Existencialismo es un Humanismo del filósofo francés Jean Paul Sartre, este niega la naturaleza pesimista del existencialismo argumentando que no existe una corriente filosófica más bella, pues deposita en el hombre el destino de la humanidad. Si bien este puede ser autor de las más hermosas acciones, también es capaz de cometer las más abominables. En un mundo dominado por el egoísmo, la intolerancia y una ética fallida que nos dicta y prohíbe –lo cual está sujeto a un contexto sociohistórico y por lo tanto, cambia– pero jamás nos enseña a decidir mejor por el bien común, ¿dónde queda la belleza de la que el autor tanto habla? Si la humanidad por su ignorancia y desinterés está destinada a conducirse a sí misma al declive. La belleza mencionada solo es posible con la existencia de un hombre más ético, consciente y empático; de lo contrario, este poder negligente únicamente puede producir terror. Esta dualidad puede avistarse a la perfección en Mudbound: El Color de la Guerra.

Ambientada en Misisipi en los últimos momentos de la Segunda Guerra Mundial, la película narra la interacción de dos familias unidas por tierra, racismo y una estrecha relación con la guerra. Los Jackson, familia afroamericana, aún son víctimas de la segregación normalizada, violencia y menosprecio; mientras que los McAllan, familia anglosajona, lidian con sus propias problemáticas. Su relación medianamente funcional se altera por completo con una amistad inesperada que los conduce a lugares que jamás imaginaron. Si bien en la película dominan los tragos amargos de la guerra e intolerancia, siempre hay espacio para pequeñas –y no tan pequeñas– demostraciones de amor y bondad. Mientras algo terrible sucede, se nos recuerda que en nosotros habita esa posibilidad que menciona Sartre. Dee Rees pone en  la mesa una producción emotiva, hermosa y cruda sobre nuestra dualidad, la eterna búsqueda de  libertad y como se construye la historia; todo esto narrado con ligereza, acompañada de una hermosa dirección de arte potenciada con la fotografía de Rachel Morrison. La fotógrafa se encuentra nominada por su excelente trabajo en la nonagésima edición de los premios de la Academia. Esto es relevante también porque Morrison es la primera mujer nominada a mejor dirección de fotografía en los noventa años de la premiación, un parteaguas en la historia de los Oscar y un enorme triunfo –hasta ahora a medias– para el talento femenino. A mi parecer el trabajo de la fotógrafa en Mudbound es excepcional y tiene alta posibilidad de llevarse la estatuilla a casa. No queda más que esperar la entrega este domingo y desear presenciemos un logro histórico.

Por su temática, tono y estética, Mudbound es un imperdible del año, a pesar de que se ha mantenido en las sombras. Vale la pena darle una oportunidad, pues por donde se le vea es sólida y placentera, a pesar de su extensión que sobrepasa las dos horas. Si aún no la ves, no se que esperas.

 

 

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