Producción: Mute
Creador: Duncan Jones
Año: 2018
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta pelicula:

Es del genero neo-noir y ciencia ficción

Tienen una imagen cuidada y atractiva

Se limita a contar sin profundizar en algo

Por momentos carece de congruencia

Se siente larga y lenta sin motivos

 

 

Netflix continúa desarrollando contenidos cinematográficos exclusivos. En esta expansión la plataforma intenta soldar su influencia como una opción de contenido fílmico exclusivo. Aunque parece seguir haciéndolo sin encontrar el estándar de calidad. Sin el afán de comparación, pero el regreso a la ciencia ficción que encabeza Blade Runner 2049 puso las expectativas altas para muchas producciones que en la actualidad aspiren a contribuir al género. Y Mute parece que lo intentó.

Todo se desarrolla en una ciudad de Berlín del futuro. Leo (Alexander Skarsgård) es un amish que ha perdido la capacidad de hablar e intenta resolver el paradero de su novia. Una camarera que trabaja en el mismo bar que él. Al mismo tiempo Cactus Bill (Paul Rudd) es un ex médico militar estadounidense que trabaja para la mafia local y hace lo posible por abandonar Berlín con su hija. Existe mucho empeño en los dos personajes principales por resolver sus metas. Y en ese afán sus historias se cruzan generando el conflicto. En imágenes, esta película tiene todo lo que puedes esperar de una clásica visión futurista cyberpunk. Hay mucho brillo neón, tecnología de realidad virtual y autos voladores; también está el  submundo de sexo y violencia. Visualmente no decepciona. Pero donde si lo hace es en el desarrollo de la historia, pues se expande demasiado y no se preocupa por adentrarse en nada. La unión de los personajes es mecánica y eso puede entretener si es que no esperas mucho del drama, pero la acción es lenta y no tiene el suspenso ni la imaginación necesaria para engancharse. El posible atractivo se pierde porque de a poco la falta de coherencia se hace presente. Requieres de paciencia y al mismo tiempo poca atención para aguantar ciento veintiséis minutos de duración. Desde el primer planteamiento dramático no existe ninguna curiosidad por explorar más allá de la estética de este desencantado diorama futurista. Se destaca el personaje de Leo, pues tiene el encanto de ser un pez fuera del agua. Un hombre sencillo en todo; minimalista y obviamente silencioso que vive en un mundo hiperrealista, tecnológico y desbordante. Parece que había más hilos de donde jalar aquí, pero no, el guion no lo permite y hace sentir a este peculiar antihéroe desaprovechado.

Había mucha ambición y presupuesto en Mute. Su director Ducan Jones tiene una carrera corta dentro de la ciencia ficción y en este caso se había planteado un trabajo trascendente. Si esta hubiera sido una propuesta más modesta se podría perdonar el traspié que da. Pero parece desear demasiado de sí misma y en ello palidece. Sirve como ejemplo de que la fabricación de una historia en la ciencia ficción no puede depender solo de clichés auto-impuestos y un presupuesto holgado.

 

 

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