Producción: Paraíso Perdido
Director: Oliver Victoria
Año: 2017

 

La Atlántida es un mítico continente mencionado en algunos trabajos de Platón como una alegoría para describir el peligro del extremo orgullo en las naciones. A lo largo de la historia se ha trasmitido la leyenda alrededor de la existencia de dicha civilización, al cabo de existir una tradición que actualmente abarca distintas latitudes del mundo. Hay muchas especulaciones respecto al alcance de la cultura atlántica, algunas que llegan hasta el territorio mexicano. De la misma forma hay varias ubicaciones geográficas que se consideran son los remanentes del otrora continente. Una de estas es la isla de Azores, ubicada a 1,500km de la costa de Portugal.

Con su película Paraíso Perdido, el director Oliver Victoria nos lleva a dar una vuelta por lo paisajes de aquella isla y su gente, o al menos la que está comprometida con mantener vivo el espíritu de la Atlántida que por ahí ronda. La cámara del director nos entrega un relato de ensueño que con su forma nos trasmite de la manera más acertada un mensaje no menos idílico.

 

 

Paraíso Perdido es una historia particular, con personajes extraordinarios, ¿cómo te encuentras con tu película?

La Atlántida ha sido un tema recurrente en mi vida. Se me dio la oportunidad de hacer una película en Portugal y escojo Azores porque dije “bueno, es ahora o nunca para hablar de la Atlántida”. Llegué al lugar sabiendo algunas cosas, esperando otras y encontrando otras. A mis personajes los encuentro buscándolos, no exactamente a ellos, pero son los que llegaron. Todas las personas que conocemos tienen la oportunidad de ser personajes, y después de un tiempo determinado para el proceso de selección, los que finalmente se quedaron en la película es la gente que más me dijo, o que mas vibró, que podía explicar mejor que era la Atlántida.

 

La película es abierta, en la cual diferentes personas pueden tener diferentes percepciones, en este sentido, ¿buscas tener un diálogo con tu audiencia, o tu proceso es más bien entregar un producto terminado y pasar a lo que sigue?

Yo diría que las dos, pero todo nace del producto terminado; yo busco decir algo y no me detengo hasta que lo logro. En el proceso voy pensando primero en cómo lo voy a decir, y segundo cómo va a funcionar. Siempre me preocupa mi audiencia, sin embargo no se si voy a lograr conectar, es tal la incertidumbre que a la fecha no se si he logrado el nivel de empatía que quisiera. Mis películas las hago primero porque así soy, pero quiero conectar por el simple hecho de expandirme; es como te digo algo y tu piensas lo mismo, entonces de alguna forma conectamos y lo que pienso se vuelve un poquito más grande, o un poquito más cierto, como pequeños ecos. Esta resonancia en el cine de autor es importante. Siempre espero encontrar un audiencia con quien pueda compartir un tema, ideologías, hasta una forma de ser.

 

Hay una escena donde muestras un acercamiento a tus ojos, mientras Carlos, uno de tus personajes, te lee el iris. ¿Cuál fue la motivación para incluirte en tu película y hacerlo en una escena tan personal?

Hay varias razones, todo empezó como una nueva faceta del personaje Carlos, que de pronto descubrimos estando ahí con él, y como no había nadie a quien le leyera el iris pues me tocó a mi. Así se grabó, sin saber a dónde iba, o si alguien algún día la iba a ver. Pero también nace de un gusto que tengo por el autorretrato, de decir quien soy más allá de la narración. Finalmente no se si te acuerdes que la escena va después de la de un perro ciego—Shiva—el cual es de mis personajes favoritos. A mi me impresionaban mucho sus ojos, entonces le dije al fotógrafo que lo fotografiara y en el montaje pusimos las escenas una detrás de la otra. Lo que estoy diciendo con este posicionamiento es que yo también soy ciego, me estoy definiendo como un ser humano normal que tiene inquietudes y que se habla a sí mismo, tal y como me dijo Carlos: soy tu hablándote.

 

¿Y qué tanto acertó en su descripción?

Creo que completamente. Personas que me conocen mucho y han visto la escena se mueren de risa porque dicen “wey, es que así eres”.

 

Gran parte de tu película está acompañada de música, y una porción importante de esta es música de uno de tus personajes. ¿Cómo fue el proceso de musicalización de la película?

Al estar grabando yo imaginaba cual podría ser música de la peli, hasta el día en que conocí a Nina y escuche su música. A Nina la conocí en un concierto, al cual me llevaron otros de mis personajes como parte de mi proceso de investigación de su día a día. En ese momento estuve seguro que ese iba a ser el soundtrack. Después descubrí que todo el discurso de Nina y todo lo que ella podría decir estaba en sus canciones, y si te fijas no hay muchas cosas que Nina haga o diga, su discurso está totalmente en su música. Fue como matar dos pájaros de un tiro.

 

La película tiene escenas con una gran estética. ¿Cómo fue trabajar con tu fotógrafo y cuál fue el énfasis que pusieron para lograr estas escenas?

El fotógrafo es José Pablo Escamilla, quien fue compañero mío en la escuela y es un extraordinario fotógrafo. Estando en Portugal le llamé, le dije “no tengo dinero, solo te puedo pagar el boleto ida y vuelta” y me dijo “va, voy a renunciar a mi trabajo y me voy a hacer la película contigo”. Cuando llegó se dio cuenta que Azores era un paisaje extraordinario. Lo que puedo decir es que el proceso de la fotografía fue hecho con el corazón y con extrema delicadeza. Por ejemplo la escena de los sapos, que creo es la escena con la que quisiera recordar esta película, justo no dice ya nada, es pura forma y como lo más cercano a Tarkoszky que puedo hacer (quien es mi gran ídolo). En esa escena nos tardamos como dos horas hasta que nos salió, fue una escena complicada porque teníamos un lente 500mm y pues no puedes enfocar menos de 15 metros, y los sapos estaban como a 100; era algo muy grande para poder abarcarlo en una sola toma, pero yo quería una sola toma. Pude haber seccionado la imagen e irme poco a poco pero quería algo largo, que pudiera expresar lo que estábamos viendo, como una escena de ensueño. Era muy difícil estar moviendo la cámara con un mismo ritmo y al mismo tiempo enfocar en un rango tan pequeño algo específico. La escena nos salió hasta que yo hice el foco y él el movimiento. Y así te puedo contar muchas historias, grabamos y grabamos y al final lo que se puede ver es el 5%.

 

Esta es la segunda película que estrenas en cartelera. ¿Cómo ha sido tu experiencia con la distribución?

Ha sido lo más difícil, y es algo que no se aprende estudiando. Para poder distribuir tu peli tienes que ser conocido, y si no eres conocido pues ser un genio de las relaciones publicas; y yo no soy ninguna de las dos entonces me fue difícil. Tuve la suerte que Cineteca agarró mi primera película, Érase una Vez en Hungría, lo que no me esperaba; un día me hablaron y me dijeron que la iban a pasar, y yo dije “padre, que bueno”, pero en ese momento estaba deprimido porque nadie la aceptaba, muy poquitos festivales. El que haya estado en Cineteca fue lo mejor que me pudo haber pasado, de ahí cambio la historia y empecé a sentir lo que era estar en una sala tan importante y todo lo que conlleva, todo lo que pasa no solo con tu carrera sino con tu ser. A la película le fue extremadamente bien, llenaba salas, la gente la recomendaba; fue una película bien recibida y bien criticada. Eso ayudó para que aceptaran también Paraíso Perdido.

 

¿Nos puedes platicar algo de tu proyecto en puerta?

Si, es otro documental, hasta ahora se llama Sabina Sombra. Es una peli que se va a hacer en Cuautla de Jiménez, que aborda el tema de los hongos alucinógenos, pero un poco al contrario de lo que pueda esperarse. Todas las películas que tratan a María Sabina lo hacen con una especia de idolatría; esta es una peli que surgió de querer hablar y explorar ese campo pero empezando desde cero, en la cual voy en busca de un verdadero Shaman, más allá del legado de María Sabina. Es una experiencia de primera mano, vivencial, un acercamiento muy personal con los hongos alucinógenos.

 

¿Con que mensaje te gustaría que la gente se quedara de tu película?

Personalmente me llama mucho la atención como es recibida, pongo mucha atención en lo que me dice la gente porque pueden encontrar cosas que yo no intenté. Digamos que descubrí qué era mi película un día antes de presentarla, yo estaba nervioso y me decía “ya va a llegar el día en que tenga que responder muchas preguntas”, y la más importante pues era “¿de qué se trata la peli?”. Se que es una película compleja temáticamente, que no tiene un hilo conductor, sino que es un retrato amplio y general de un lugar con sus personajes; se que puede ser un poco desesperante encontrar de que va. Pero pude concluir que no es una película de la Atlántida, sino sobre seres humanos, y la voluntad para representar lo que están viviendo, y la de mis personajes es vivir en Azores en este momento, y de pretexto tienen a la Atlántida. Todos tenemos voluntades y representaciones, y creo que ellos viven y representan este lugar, queriendo ser espejos y reflejar lo que son.

 

Paraíso Perdido está en cartelera en la Cineteca Nacional, pueden consultar horarios aquí.

 

 

 

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