Producción: Parásitos
Dirección: Bong Joo-Ho
Año: 2019
Plataforma: cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Está inspirada en la vida del director

Habla de la brecha de clases

Combina varios géneros

Tiene excelente fotografía

Tiene excelentes actuaciones

 

    

El cine asiático ha destacado mucho en años recientes, posicionándose entre el público occidental como una apuesta arriesgada, fresca y que propone perspectivas únicas frente a las ya cada vez más convencionales formas del cine venido de Europa o Estados Unidos. Tan sólo este año cintas como Largo Viaje Hacia la Noche (Gan, 2018), Un Elefante Sentado y Quieto (Bo, 2018), Asako I & II (Hamaguchi), El hotel cerca del río (Hong Sang-soo, 2019) o Manta Ray: Los Espíritus Ausentes (Aroonpheng, 2019), han llegado a nuestro país para ofrecernos una mirada de la zona oriental del mundo y encontrar en ellas, un poco de nosotros mismos.

Ahora, toca el turno de la película que viene a afianzar la merecida atención al cine de la región al convertirse en la primera cinta surcoreana en ser acreedora a una Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes, la más reciente obra del director Bong Joon-Ho, Parasitos.

Bong es un veterano cineasta y ha sido reconocido mundialmente en la industria por cintas como Memories of Murder (2003), The Host (2006), Madeo (2009) y para los público masivos con El Expreso del Miedo (2013) y su colaboración con Netflix, Okja (2017). Ahora vuelve a su región y su lengua natal para desarrollar una historia inspirada en sus propias vivencia como tutor de matemáticas de un chico adinerado.

Parásitos es una cinta que reúne y mezcla géneros, un rasgo que define la obra de Bong, y pasa de la comedia negra al drama familiar, al suspenso y al thriller en un abrir y cerrar de ojos sin perder de vista un fuerte discurso sobre la desigualdad social consecuente de un sistema depredador y violento. La historia cuenta de una unida familia de escasos recurso de apellido Kim, la cual logra infiltrarse mediante engaños y manipulación en el hogar de los Park, una acaudalada, bien intencionada pero distante familia. La relación entre ambos grupos que viven en condiciones diametralmente opuestas comienza a mostrar las brechas entre clases sociales, al mismo tiempo que los giros en la historia convierten todo lo simple de la premisa en una obra perversa e inquietante.

Durante buena parte de la cinta Bong nos deja ver la forma tan inteligente y maquiavélica de los Kim de penetrar y subsistir de la vida de otras personas, pero conforme la relación entre las familias crece a fuego lento, propiciada por la íntima cercanía del trabajo doméstico, deja ver en los Park una incapacidad de funcionar por su propia cuenta, alienando y deteriorando la relación entre un grupo y otro, para finalmente explotar el tono de farsa que Bong introduce de la nada (para bien y sorpresa del público), gracias a una improbable intromisión que deja ver los verdaderos colores de todos los personajes.

Esa misma sutileza es particularmente expuesta desde el inicio tanto por el trabajo de Bong como del director de fotografía, Alex Hong Kyung-Pyo, quienes en conjunto llevan la historia a través de un lenguaje cinematográfico que es en sí mismo una representación de tales brechas. Para esta mancuerna el espacio que se habita es también un personaje y las diferencias entre uno y otro dejan más en claro la personalidad de ambas familias. Por un lado nos muestras un semi sótano al que si apenas le entra un rayo de luz natural por una ventana, no cuenta con internet y sus focos azul tungsteno tintinean sobre las pilas de cajas de cartón que los Kim deben armar para ganar un poco de dinero. Por otro, la casa de los Park, una lujosa mansión, posa sobre en una colina con una composición arquitectónica completamente simétrica, un ventanal que deja ver la luz del sol en pleno y de noche posa sobre una iluminación suave y bien dirigida.

Para Bong, la engañosa verdad de la lucha de clases no es otra cosa que las condiciones impuesta por el sistema capitalista, donde un grupo depende del otro, la clase obrera de la burguesía y viceversa, para sobrevivir en un mundo voraz y agresivo hacia todos sus participantes, pero sobre todo, hacia los grupos más vulnerable. Los parásitos, nos dice Bong, somos todos.

Tales temas parecen oscilar en la filmografía mundial a lo largo de la historia y en el cine asiático ha sido una constante contemporánea: Koreeda lo dijo con Un Asunto de Familia, Lee Chang-Dong con Burning y Hu Bo con Un Elefante Sentado Inquieto, pero Bong y sus parasitoides han sido los comisionados para poner el alto la gran calidad que tiene para ofrecer el cine asiático contemporáneo en las restantes contiendas de la industria occidental.

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