Producción: Paterson
Director: Jim Jarmusch
Año: 2016
Plataforma: Cartelera Independiente

 

En 5 líneas esta serie:

Es un poema visual

Se basa en la obra del escritor William Carlos Williams

Tiene una visión enternecida de la vida

Está llena de referencias

Puede ser lenta por su tono minimalista

 

   

 

Jim Jarmusch, nacido en Ohio, Estados Unidos, en 1953, se ganó una prestigiosa reputación durante los años ochenta y noventa como uno de los máximos exponentes del cine independiente norteamericano, junto a luminarias como los hermanos Cohen, Spike Lee, Steven Soderbegh o Paul Thomas Anderson. Conocido por una visión intimista, naturalista y minimalista, realizó una serie de provechosas cintas viscerales y pesimistas, sobre el mundo norteamericano, para luego experimentar con géneros y estilos; desde el western o el cine de gánsteres, hasta el cine de vampiros con su popera Sólo los Amantes Sobreviven (2014).

Ahora regresa a las pantallas mexicanas para presentar Paterson, protagonizada por Adam Driver (Kylo Ren para los fans de Star Wars o Adam Sackler para los de la serie Girls) y que cuenta el día a día de, Paterson, un conductor de autobús en Nueva Jersey. En ella, se muestra una visión poética de la vida cotidiana y sus pequeños detalles, en un homenaje al poeta William Carlos Williams, cuya obra, Paterson, también encontraba inspiración en la vida cotidiana de la ciudad de Paterson, Nueva Jersey.

Aquí la película, el personaje, la ciudad y el poema épico de Wiliiam Carlos Williams se llaman igual, amén de que el libro trata sobre lo mismo que la cinta, siendo esta una especie de ilustración. Es un juego en el que el arte imita a la vida, la vida imita al arte y el arte se imita a sí mismo. Y Jarmusch adopta la estilística del autor para hacer otro trabajo de autor: trasladar la poesía escrita a la visual.

Existe una representación humana, literaria y urbana de la vida. Paterson es un hombre tímido que sigue una rutina al pie de la letra, por lo que uno pensaría que su vida es monótona y aburrida. La ciudad, por otro lado, brinda al poeta la inspiración de sus calles, sus personajes, sus situaciones. La ciudad y la persona representan lo mismo: la vida que nos ve mientras estamos en ella, así como el conductor ve a sus pasajeros en el bus, la ciudad ve a sus transeúntes o el espectador mira la película.

La rutina de Paterson encuentra en las variaciones y azares, el ritmo que le da sentido. Compuesta como un poema de siete estrofas, Jarmusch parece interesarse en hacer hincapié en lo impredecible del destino y nos dice que uno nunca vive el mismo día dos veces. Luego de treinta y siete años de carrera, el sextagenario y rebelde sigue mostrando las marcas que lo convirtieron en un autor de culto: poesía visual, personajes desadaptados o excéntricos, referencias a la literatura (en especial a la anglosajona, ya que estudió letras inglesas), a la cultura pop, e incluso a su vida y obra.

Pero a diferencia de sus primeras cintas, como Vacaciones Permanentes (1980) o Extraños En El Paraíso (1984), el enfado y el hastío por lo común de la vida han desaparecido, dejando  una cursilona visión optimista, que, sin embargo, conserva el objetivo de no obviar lo cotidiano. También, a diferencia de otros cineastas crípticos como David Lynch o Luis Buñuel, cuya genialidad radica en lo ilegible de su discurso, Jarmusch se ha caracterizado por una representación transparente de sí mismo. Paterson es el producto de esa evolución en el autor que, a pesar de no quitar el dedo del renglón en cuanto a temas o estilos, sigue mostrando una visión particular del mundo, ahora enternecida. Y eso es, en principio, lo que le ha valido su lugar dentro del cine de autor contemporáneo.

 

 

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