Producción: Perdidos en París
Director: Fiona Gordon; Dominique Abel
Año: 2016
Plataforma: Cartelera
En 5 líneas esta película:
Es un homenaje al cine mudo y francés
Sus actores tienen química
Tiene buenas coreografías cómicas
Tiene buena fotografía
Su humor es algo tonto
A principios del siglo XX, el cine era una cosa en vías de desarrollo y quizá no todos le consideraban bajo el rubro de arte, pero sin duda ya era un fenómeno social desde la llegada de los Lumière hasta la aparición del mago Méilès. Fiel a su espíritu circense y pantomimesco y gracias a la ausencia de la palabra y el sonido –que no la música-, la comedia fue uno de los primeros géneros en agarrar fuerza en las pantallas, coincidiendo con una época de oro del burlesque, el circo y la pantomima.
Nombres sobran, pero por mencionar algunos inolvidables están Charles Chaplin, Harold Loyd o Buster Keaton, tres de los más grandes cineastas que han existido. Todos ellos y más, motivaron a la pareja (dentro y fuera del set) de Fiona Gordon y Dominique Abel a rendir un homenaje más en Perdidos en París, continuando la tradición que inició con Rumba (2009) al lado de Bruno Romy.
En ella una Fiona bibliotecaria viaja de las hermosas montañas nevadas canadienses hasta París para buscar a su senil tía Martha –quien pese a su condición se rehúsa a ir a un geriátrico– con la ayuda de un desamparado y charlotesco Dominique. Las peripecias que motivan su encuentro son fortuitas e hilarantes, donde Gordon y Abel nos muestran un París fuera del imaginario de postal; nos muestran el fondo del Río Sena, los bajos puentes, una perspectiva poco usual de la Torre Eiffel y hasta un cementerio.
La dirección compartida de quienes en la vida real también son pareja, se extiende hasta la química de los personajes y al mismo tiempo nos muestra su apasionante amor a la historia del cine mudo y del francés desde el primer momento en que sus personajes se encuentran con un obligado homenaje a Jacques Tati, inspiración de ambos cineastas.
Emmanuelle Riva, quien fuera musa no solo de Haneke sino del antaño Alan Resnais, aparece como la tía Martha en el que fuera su último papel y Pierre Richard también aparece como un amante de la vieja Martha. Esta dupla es una figura romántica que también dialoga en el tiempo con la pareja formada por Gordon y Abel.
Nostálgica como mucho del cine actual e ingenua como el humor de antaño, Perdidos en París ofrece secuencias chistosas que no dejan espacio a errores, donde la inocencia de sus personajes es quizá la culpable de toda su gracia. Una historia sin malicia, sin villanos, sin tristezas pero sí con mucha reflexión sobre lo fortuito y hermoso de la vida.