No hace mucho tiempo (el año pasado), en este espacio salivábamos por una pequeña gran serie llamada Big Little Lies. Aquella producción tenía la fortuna (para nosotros) de contar con tres de las mejores actrices norteamericanas de la actualidad. La serie resultó un éxito con el público y la crítica. Las palmas se las llevó el director Jean-Marc Vallée, quien en la pantalla grande ya había logrado el éxito total con Dallas Buyer’s Club (2013). La manera en que el director supo vender una historia sencilla como un collage complicado de relatos, memorias y preguntas sin responder, gestionando un elenco de primerísimo nivel, lo colocó en la cima de la Televisión 2.0 (abajito de David Lynch).

Se podrán imaginar nuestra sorpresa cuando nos enteramos que HBO le había brindado la confianza al realizador con otro nuevo proyecto de pequeña gran envergadura: la serie Sharp Objects, protagonizada por Amy Adams y basada en una novela de Gillian Flynn (escritora de Gone Girl). La serie se estrenó el mes pasado y ya hemos podido disfrutar de cuatro capítulos, por lo que oficialmente podemos anotarnos como picados.

Una vez más, el atractivo de la serie se divide en dos grandes vertientes: la dirección de Jean Marc Vallé y el valor de la actuación del protagónico.

El realizador, tal y como lo hizo con Big Little Lies, se explaya en una narrativa no convencional, en la cual hay, por momentos, más de una línea de tiempo. Los flashbacks a veces duran menos de un segundo y son utilizados, más que para avanzar la narrativa, para mostrarnos lo que está sintiendo nuestra protagonista, para adentrarnos en su psique y que entendamos, en tiempo real, cómo su pasado define su presente. Las líneas de tiempo se sobreponen como lo hiciera un acetato a una hoja de papel, por lo que podemos tener al mismo personaje en dos distintas edades interactuando virtualmente. Es la prueba más grande de la pericia del director: en lugar de decirnos lo que está sintiendo el personaje, nos lo muestra.

Amy Adams, por su parte, carga con toda la responsabilidad protagónica (aunque apoyadas de gran manera por Patricia Clarkson y la joven Eliza Scanlen). La historia trata de dos asesinatos sin resolver, pero la serie es sobre el personaje de Adams. Sobre un pasado tortuoso que convirtió a una adorable adolescente, aparentemente normal, en una mujer adulta, fuerte e independiente, pero retraída y orillada a lacerar su cuerpo con cicatrices que nos cuentan de una en una palabra (cada título de los episodios por cierto), lo que le ha tocado sufrir y lo que ha hecho para superarlo. La veterana actriz ha sido nominada cinco veces para el Óscar, sin haberlo ganado, pero este es sin duda su mejor trabajo, fruto de su madurez y de su oficio, lo cual se transmite en pantalla al costo.

Sharp Objects es un deleite, para los ojos y para los sentidos. Ese tipo de serie que nos hace lamentar cuando súbitamente termina un episodio. Si no la están viendo, aún hay tiempo de corregir el error.

 

 

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