Producción: Rostros y Lugares (Visages Villages)
Dirección: Agnès Varda; JR
Año: 2017
Plataforma: 64 Muestra de la Cineteca Nacional

 

En 5 líneas este documental:

Es una película divertida de ver

Sus personajes principales son entrañables

Propone una reflexión sobre la imagen fija y en movimiento

Tiene grandiosas postales de Francia

Es un documental poco convencional

 

    

 

La veteranísima Agnès Varda es una de las directoras más importantes de su generación, la que rompió los cánones del cine clásico en los años cincuenta, con un estilo característico que exploraba el documental, la experimentación y la poesía lírica de la imagen. A sus ochenta y nueve años sigue siendo una de las creadoras más vanguardistas y por primera vez comparte el nombre en la dirección con el joven pero destacado fotógrafo JR, conocido por sus enormes collages que pega en viejos edificios por toda Francia.

Rostros y Lugares, el nombre del material nacido de ambos, es un experimento único y un verdadero respiro para el cine documental más convencional. En él, ambos personajes, que a demás comparten una relación afectiva de abuela-nieto, viajan por todo Francia, buscando en los pequeños y olvidados pueblos a los personajes más invisibilizados de sus comunidades. Carteros, esposas de trabajadores portuarios, veteranas que se niegan a abandonar sus casas pese a su inevitable demolición, camareras y hasta granjeros son los personajes que retratan con cariño, para después hacer uso de su laboratorio/camioneta con forma de cámara Leica, con la que imprimen los grandes murales que todo el pueblo les ayuda a pegar.

Por un lado, el trabajo de JR recae en lo efímero de sus retratos que viven a la intemperie, pero que al mismo tiempo son recolectados en imágenes en movimiento por la cámara de Agnès,  sintetizando todos los matices que existen entre la imagen en movimiento y la imagen fija. Mientras Agnès admite tener miedo de perder la memoria, mas no de morir, de quedarse ciega por la edad y de no recordar a quienes fueron sus amigos y a quienes conoció alguna vez. “Siempre que conozco a alguien sé que es la última vez que lo voy a ver”, menciona en uno de los momentos más íntimos del documental.

Es ahí donde todo cae por su propio peso: el ejercicio se convierte en una discusión sobre el papel de la imagen como espacio ensoñador, como realidad documental, como lugar de memoria y como enunciador de mensajes, mientras los vemos hablar de temas personales como la muerte, la vejez o el espíritu joven que ambos mantienen.

La conversación de ambos también se vuelve intergeneracional y atemporal, lo que nos recuerda lo lejos que estamos de entender el completo potencial del cine y la fotografía, pues el estilo de este trabajo es también inclasificable ¿Es un ensayo, un documental, un diario o una crónica? Sí es todo eso o más y por ello es una de las mejores películas que nos dejó el año pasado.

 

Pueden consultar horarios aquí.

 

 

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