Producción: Sense8, Segunda Temporada
Creadores: Hermanas Wachowski
Año: 2017
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Continúa y amplía con éxito lo establecido en la primera temporada

Mantiene su alta calidad en producción

Brilla por sus escenas de acción

La química entre los protagonistas se nota más orgánica

El final deja clara la idea de una tercera temporada

 

 

 

Cuando conocimos a Capheus, Kala, Lito, Nomi, Riley, Sun, Will y Wolfgang, ellos se notaban tan confundidos con lo que estaba pasando como nosotros. Ocho extraños que por alguna razón estaban conectados psíquica y sensorialmente, cada uno de ellos proveniente de una parte lejana del mundo (bueno, excepto Nomi y Will, que viven en EEUU). Luego de dos temporadas y un especial navideño, al igual que los protagonistas, no podríamos sentirnos más cómodos con esta serie. El bebé de las hermanas Wachowski y J. Michael Straczynski regresa convertido en un adolescente listo para probarse a sí mismo ante el mundo, listo para dejar atrás los juguetes y encaminarse hacia la vida adulta. A no ser más el hijo de sus padres y convertirse en su propia persona.

Donde la primera temporada de Sense8 fue conocer a estos personajes mientras ellos se conocían entre ellos, estos nuevos diez episodios (once, si contamos el especial navideño) nos sumergen en la mitología del sensate: los orígenes, la correcta nomenclatura, la evolución de la especie. En cierto modo es como ver la primera trilogía de X-Men y luego clavarnos con las precuelas. Y la cosa es que realmente se asemeja mucho al universo mutante Marveliano, en el sentido de que los Homo Sensorium –término científico para referirnos a los sensate– son una especie más perfecta y evolucionada que el homo sapiens. ¿Gen mutante? Incluso hay un personaje que bien podría ser el primo lejano del Profesor X (o de Magneto, depende con qué cristal lo miran).

Feliz coincidencia u homenaje, cualquiera de los dos casos está bien.

La segunda temporada de Sense8 tiene para todos los gustos: ¿Escenas de acción? ¿Explosiones y persecuciones? Las tiene. ¿Triángulos amorosos? ¿Tórridos romances imposibles? Los tiene. ¿Conciencia política? ¿Problemática mundial? Check. ¿Drama familiar? ¿Autodescubrimiento? ¿Valoración personal? ¡De sobra! No es gratuito que el fanbase de esta serie en particular resulte tan heterogéneo, tomando en cuenta que su género más bien es un abanico completo de texturas y colores, un exquisito bufé de sabores para todos los paladares.

Pero más que lo que ya se ha definido anteriormente como mero fan service, la cosa con Sense8 es la facilidad que da a su audiencia para identificarse. No es sólo el hecho de que los protagonistas vengan de diferentes partes del mundo, sino que su construcción como personajes está tan bien hecha, que prácticamente son de carne y hueso. La situación socioeconómica, la ocupación laboral, género y preferencia sexual, raza, color de piel; estos son elementos importantes precisamente porque no les dan mayor importancia de la que es, algo raro en la industria del entretenimiento incluso hoy.

La producción en general de la serie siempre es digna de mención, y no por nada se tomaron su tiempo para estrenar esta nueva temporada. No solo es la actuación de los personajes, no solo es esa química ya probablemente inmejorable, también es todo lo que está detrás de ellos y que se vuelve casi invisible a nuestros ojos por el simple hecho de que carece de remaches o enmendaduras. La fotografía, la decoración, la música; es el esfuerzo de cientos de personas que dan vida a esta revelación televisiva.

¿Qué más se puede decir que no se haya dicho ya? Quedamos a la espera de la tercera temporada y basta.

 

 

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