Producción: Sex Education
Creadora: Laurie Nunn
Año: 2019
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es algo más que una serie adolescente

Tiene el equilibro perfecto entre comedia y drama

Se luce con su humor inglés

Tiene una estética atemporal

Está acompañada de un gran soundtrack

 

   

La pubertad es horrible. Todas las cosas más incómodas del mundo están pasando al mismo tiempo, el cuerpo hace lo que quiere y los adultos piden una claridad que la mente no tiene. A pesar de eso, prácticamente todos sobrevivimos a esa época de nuestras vidas y siempre tendremos grabada la confusión permanente que la acompañó.

La nueva producción británica de Netflix, Sex Education, cuenta la historia de Otis (Asa Butterfield), un chico de dieciséis años no muy popular en su preparatoria, que además es hijo de Jean (Gillian Anderson), una terapeuta sexual quien toda la vida ha hablado abiertamente de sexualidad. Así, Otis, junto a su mejor amigo Eric (Ncuti Gatwa), se enfrenta a la búsqueda de su lugar en la escuela y en la vida. Al igual que ellos, el resto de la escuela está tratando de comprender, de la mejor manera posible, cómo solucionar sus problemas sexuales, por lo que Otis, aliado con su nueva amiga Meave (Emma Mackey) deciden emprender un negocio de terapia sexual con conocimiento de Otis heredado por su madre.

Sinceramente, esta premisa podría haber convertido la serie en una más entre muchas historias adolescentes que ya conocemos: hay populares, hay nerds, todos son incómodos, muchos tienen acné. Pero el guión es natural y honesto, llena de contenido humorístico y, al mismo tiempo, reflexivo. La serie termina por desarrollar a sus personajes y sus temas de manera cándida; todas las caricaturas de la vida adolescente se convierten en personajes redondos, llenos de matices.

Por otro lado, una de sus grandes cualidades es mostrar un elenco variado, con personajes de distintas orientaciones sexuales, razas, conformaciones familiares, sin verse exagerado o forzado, sino como una presentación de la misma pluralidad que se encuentra en el Reino Unido y en muchos otros lugares del mundo. Mejor aún, la serie aborda temas sensibles y complejos, como el aborto, la migración, entre otros, sin verse amarillista, apelando a la compasión y a la realidad.

Otro de los aspectos más valiosos de la serie es cómo evidencia la precariedad de la educación sexual que recibimos en la escuela. Gente de todo el mundo se identifica con esa incertidumbre ante lo desconocido de los primeros encuentros sexuales, los cuales son terribles cuando buscas en tu archivo mental y no encuentras más que basura que aprendiste en alguna conferencia en la prepa (yo misma recuerdo a una sexóloga que en la escuela dijo que el mejor anticonceptivo es el nitrato de meterlo). Entre los chismes de pasillo, la mayoría de nosotros tratamos de aclarar nuestras dudas a partir del internet, de los supuestos, de algún que otro maestro confiable y de toda herramienta que complementara nuestra enciclopedia autodidacta.

Sex Education es un pequeño homenaje a la nostalgia de la adolescencia, esa época donde todo parece ser de vida o muerte. Nos invita a recordar que pocas veces se construye una complicidad como la de los adolescentes, las amistades más intensas vienen de esa juventud y nos lleva a pensar que, quizás, al final la pubertad no fue tan mala.
Pd: No se pierdan la oportunidad de escuchar la banda sonora de esta serie, conformada por grandes favoritos de la música ochentera (aquí les dejo el enlace).

 

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