Producción: Shazam
Dirección: David F. Sanberg
Año: 2019
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es parte del universo DC

Tiene un buen elenco

Tiene toques de humor

Tiene un estilo propio dentro del género de superhéroes

No descubre el hilo negro de estas cintas

 

   

 

Los años cuarenta es la época conocida por amantes y expertos de los cómics como la era dorada de la historieta, pues fue en ella donde vieron su auge personajes como Superman, Batman, Mujer Maravilla, Capitán América y Shazam, otrora Capitán Marvel (no confundir con la de Marvel pues esa es otra historia).

Aunque si bien algunos de ellos hoy gozan de una popularidad inmensa, en aquellos tiempos era Shazam quien lideraba el mercado de las historietas debido al atractivo de que en realidad se trataba de un niño de doce años, en una época donde los adolescentes y niños figuraban poco o nada en estas historias y era fácil identificarse con él (algo como lo que después pasaría con Spiderman).

Creado por Charles Spencer Beck y Billy Parker, el personaje fue adquirido por DC Comics en los años setenta y es hasta esta década que se le conoce oficialmente con ese nombre. Ahora, con el reciente giro que le ha dado Warner Bros a su Universo Cinematográfico de DC (UCDC), la llegada de Shazam resulta un tanto engorrosa, pues no se tiene certeza de su participación en el futuro con la Liga de la Justicia.

No obstante, la cinta dirigida por David F. Sanberg (Anabelle 2, Cuando las Luces se Apagan) disipa rápidamente esa urgencia por anexarlo a un grupo de héroes, pues es una historia que se sostiene a sí misma debido a una serie de particularidades que la hacen única en un momento de atiborradas adaptaciones. Dicho lo anterior, cabe aclarar que la cinta aún fue concebida dentro del UCDC y es notorio que en su universo los demás héroes existen.

La historia cuenta de Billy Batson, un chico de catorce años que perdió a su familia cuando era pequeño y ha tenido que vivir en las calles de Filadelfia tratando de encontrar un hogar, pasando por varias casas adoptivas en el proceso. Cuando un mago le brinda los poderes de Salomón, Hércules, Atlas, Zeus, Aquiles y Mercurio para convertirlo en Shazam, su vida –como era de esperarse– cambia radicalmente.

Con la ayuda de su hermano adoptivo, Freddy, experto y fanboy de lo superhéroes, Billy no sólo tiene que adaptarse a sus nuevas habilidades, sino encontrarles un sentido más allá de sus propios intereses. Ese viaje nos lleva a verlo evolucionar como héroe, pues al principio se muestra egoísta y desobligado de las responsabilidades que se le han brindado, ya que siempre ha tenido que ver por él mismo y decide usar sus poderes con fines egoístas. Pero conforme avanza la cinta él se cuestiona si grandes poderes no conllevan grandes responsabilidades; mientras nuestro niño interior se pregunta si no haríamos lo mismo.

Poco a poco y gracias a su familia adoptiva, Billy encuentra un sentido, un hogar y algo por qué luchar, transformándose y madurando con el pasar de la acción. Al mismo tiempo, Freddy, además de cautivarnos con su gran personalidad, se vuelve un elemento casi metaficcional que ayuda a los más dispersos, explicando y brindando referencias e información del andar de los superhéroes en general.

Con un estilo que huele a comedias ochenteras y noventeras como El Club de los Cinco (Hughes, 1985), Quisiera ser Grande (Marshall, 1988), Nuestra Pandilla (Evans, 1993) o Ricky Ricón (Petrie, 1994), Shazam conforma una historia sencilla, congruente y divertida, aunque si bien, no del todo original. Pero resalta el dilema que ha acompañado al personaje desde su inicio y se suma a interpretaciones geniales recientes como las de adaptaciones animadas de DC (Liga de la Justicia: Guerra, Justicia Joven) de la mano del actor Zachary Levi (Chuck, Marvelous Ms. Maisel), a quien vemos por demás cómodo en el rol, irradiando carisma y recordándonos a nuestro niño interior.

 

 

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