Producción: Silence (Silencio)
Director: Martin Scorsese
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de drama

Enfrenta las visiones occidental y oriental de la religión

Tiene buena fotografía

Es sentimental

No es imparcial en su comentario

 

  

 

La firma de Martin Scorsese regresa luego de varios años tras El Lobo de Wall Street (2013) con una cinta religiosa basada en el libro homónimo de Shūsaku Endō. La película es protagonizada por Andrew Gardfield, Adam Driver y Liam Nesson, y fue filmada bajo la fotografía del mexicano Rodrigo Prieto–única nominación al Óscar para la producción. La historia narra las tragedias de un par de jóvenes sacerdotes que viajan desde Portugal hasta el Japón feudal en búsqueda de su mentor, durante la persecución religiosa de cristianos/católicos en el siglo XVII llevada a cabo por budistas.

Scorsese regresa a uno de sus temas favoritos: la religión y las diferentes peripecias filosóficas que suelen surgir al respecto; la violencia (física, mental o emocional), la duda, la fe, el sentimentalismo y la culpa, todas englobadas dentro del acto anticlimático del silencio. El director yuxtpaone una visión religiosa occidental frente a una oriental: el cristianismo frente al budismo, generando una dialéctica que revela la importancia de la fe en el hombre; de su encuentro con lo divino, lo espiritual, lo natural y lo místico, pero también con lo físico (del dolor, por ejemplo), del ritual (acto social) o de la intransigencia, que mucha de las veces desencadena conflictos políticos. Ese visionado de choque cultural es encontrado en la misma filmografía del cineasta en cintas como Kundun (1997), donde aborda la vida del actual Dalai Lama o en La Última Tentación de Cristo (1986), donde propone la vida de Jesucristo como mortal.

En Silencio, el padre Rodiguez (Gardfield) lucha contra la creencia de que su pastor, el padre Ferreira (Nesson), apostató para salvar su vida y ahora es un ministro budista, mientras se hace cargo de una comunidad japonesa cristiana que necesita reforzar su fe. Scorsese desmenuza de manera sentimentaloide ambas cosmogonías y las pone de debatir, las encuentra y justifica como formas de pensar. Pareciera que habla del derecho de otros a creer en lo suyo y de las distintas naturalezas de Dios, en donde todas las definiciones lo tratan como un concepto unificador del universo, pero al final marca su sentencia a modo de trampa a través del veto del silencio.

Scorsese entrega un cuasi pasaje bíblico, aparentemente sobre la diversidad ideológica del mundo, de sus culturas y su gente, donde termina por reconocer a la religión como una explicación necesaria. En su seno, la búsqueda de significado sigue siendo la pregunta fundamental de la humanidad; los hay quienes la buscan en el arte, en la ciencia, en la política y desde luego en la fe, denotando el sentido rector del pensamiento mágico–religioso y de sus normas como conductos morales.

 

 

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