Una de las series más reconocibles de la televisión vuelve para hacer viajes a velocidad warp y preparar los phasers: Star Trek ha vuelto.
Diez años antes que Spock y Kirck estuvieran en el puente de la U.S.S. Enterprise, conocemos a Michael Burnham (Sonequa Martin-Green) la primer oficial de la nave U.S.S. Shezhou, una nave de la federación al mando de la capitana Philippa Georgiou (Michelle Yeoh). Mientras que Burnham se formó en la academia vulcana y su lógica innegable, la capitana Georgiou trata de encaminar a la primera oficial en la senda del liderazgo humano, situación que Burnham toma con impaciencia a ratos. Si bien ambas son opuestas y una está en lo más alto de la cadena de mando, es el oficial científico de la nave, Saru (Doug Jones), quien ofrece el elemento de paciencia y análisis requerido para una buena toma de decisiones. La historia da inicio cuando en un sistema binario el U.S.S. Shezhou se encuentra con una estructura que pareciera pertenecer a la nación Klingon. Para tener una mejor idea de lo que es la estructura que flota en el espacio, Burnham se lanza a la revisión de manera más cercana, pero como a cada acción hay una reacción, y las de los Klingon no son precisamente pacíficas, su intervención da pie a una guerra que cobrará vidas, y por las que Burnham termina siendo responsable y enjuiciada. En esta condición de paria de la federación, Burnham, es condenada a prisión por lo que pareciera ser una amotinamiento, sin embargo en el transcurso a la prisión, el capitán Lorca (Jason Isaacs), de la impresionante y misteriosa nave U.S.S. Discovery, solicita el ingenio de Burnham para avanzar en una investigación secreta y al parecer clave para ganar una guerra que ya ha cobrado muchas vidas en ambos lados.
Star Trek Discovery retoma uno de los legados más importantes de la televisión estadounidense, así como uno de los fenómenos de ciencia ficción más importante. Para prueba basta un botón de la federación: la primera película estrenada en el cine de Star Trek contó con Isaac Asimov como asesor y a quien Gene Roddenberry, creador de la serie, le solicitó en un rodaje que se callara, sin saber quien era. Otro elemento al favor de la serie es el la presencia de razas extraterrestres y el gran cariño que han suscitado en la cultura popular; tanto la raza vulcana, gracias a Leonard Nimoy, como los Klingon, quienes tienen su propia versión de Google en klingonese.
Lo cierto es que Star Trek Discovery es un digno sucesor de la tradición televisiva de la franquicia, creando nuevos personajes, reinventando enemigos legendarios y recreando las convenciones a las que nos tenían acostumbrados. Y pese a que la serie original se consideraba inclusiva entre géneros, es una grata situación tener diversidad en todos los sentidos posibles en esta nueva entrega. Por otro lado, uno de los elementos más importantes es el cambio constante en los arcos narrativos, que rompen con el estilo con el que se contaba las series previas, yendo por situaciones que no se contemplaban o a usar elementos que a primera vista podrían ser ridículos, pero que adquieren importancia a partir de la historia; ciencia ficción, finalmente. La serie resulta una buena adición al concepto ya establecido por las películas producidas por Alex Kurtzman y Roberto Orci que dirigió originalmente J.J. Abrahams, antes de irse al lado oscuro y que además cuentan con el aporte de Akiva Goldsman entre otros.
Así resulta una buena experiencia esperar semana tras semana un capítulo nuevo, en esta ocasión a través de Netflix, y no como en muchas infancias que veíamos las repeticiones de la original los domingos por la mañana y las nuevas los sábados por la tarde. Por lo pronto me despido con un algo muy ad hoc: nuqneH (se los dejo de tarea)