Producción: Stranger Things 2
Creadores: Matt Duffer y Ross Duffer
Año: 2017
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta temporada: 

Extiende su homenaje a otro tipo de películas

Sigue contando con grandes actuaciones

Se preocupa por la evolución de su historia

Tiene una excelente producción

Comete errores muy similares a su antecesora

 

   

 

El año pasado Netflix sorprendió al mundo con la llegada de una de sus producciones más notables –y rentables–, Stranger Things; serie creada por los desconocidos Hermanos Duffer y ambientada en los años ochenta como parte de un tributo al cine de aquellos años.

A su llegada, la nostalgia ochentera ya era un fenómeno gigante que llenaba tanto las salas de cine como la música y otros instrumentos de la cultura pop, pero esta serie de ciencia ficción, suspenso, terror y monstruos era una de las muestras más genuinas y electrificantes de aquel fenómeno. En ese entonces, aquí en Bollo Negro pensábamos en sus referencias, sus guiños y en todo lo heredado a nivel narrativo del cine ochentero y llegábamos a la conclusión de que fuera de la apropiación (en un buen sentido), la serie no iba más allá. Era una cosa entretenida, bien intencionada y lograda, pero que no proponía nada realmente.

Ahora con la llegada de la segunda temporada, las sospechas quedan confirmadas, pero otro fenómeno quizá más interesante ocurrió. Hace un año mucha gente no tenía idea de esta serie, pero ahora parece imposible perdérsela. Es uno de los fenómenos de la cultura pop reciente más relevantes. Además de su segunda temporada, tenemos un videojuego para móviles de 8 bits, un talk show con sus participantes, una atracción de Six Flags, posters, playeras, disfraces, figuras Funko Pop, una edición en formato vhs (pese a que la serie es de streaming) y un sin fin de artilugios que alimentan su narrativa externa y la convierten en un producto multimediático de gran alcance. Todo eso entre su primera y segunda temporada ¡en un lapso de un año! ¿Podemos pensar en algún otro fenómeno que escalara tan rápido? Seguramente la respuesta de muchos serán casos como Harry Potter o la madre de todos los universos expandidos: Star Wars.

¿De qué modo repercutió eso en la serie? ¿realmente toda esa fama la hizo evolucionar? La respuesta es un sí y no que hay que pensar más a fondo.

En la primera temporada nos pasaba por la mente “esto no puede durar tanto, no hay tantas películas a las cuales tomar referencia, es sólo una década”. Pero es aquí donde hay un giro interesante. Los sucesos de la secuela –justo presentada como secuela y no como segunda temporada– ocurren un año después de la primera (algo así como en Cazafantasmas II, Reiteman, 1989); otra amenaza llega al pueblo de Hawkins, pero ahora todo es más oscuro y siniestro, a la par que nuestros héroes van evolucionando sentimentalmente y cerrando el trauma de la vez pasada.

Ahora las referencias no bastan con la sci-fi, sino en el terror más visceral o en las comedias ligeras del tipo John Hughes. Los triángulos amorosos, la disolución familiar o el bullying obligan a evolucionar a los personajes y el monstruo a vencer convierte todo en una auténtica posesión demoniaca cual El Exorcista (Friedkin, 1973) y anexos. Los hermanos Duffer vuelven a pescar los grandes momentos de la cinematografía de antaño –con todo y participación de Sean Astin (Los Goonies, 1985) y Paul Reiser (Aliens, 1986)–, experimentando con otros subgéneros de la comedia y el melodrama y también extienden su rastro a las épocas de los setenta y noventa. Plantean nuevas líneas a desarrollar en futuras temporadas y expanden el universo en su ¿infame? episodio 7, llevando a la acción fuera del pequeño poblado.

Y aunque la serie vuelve a caer en el mismo fatídico suceso, esta vez es más un acierto que un error. Los Duffer exploran el funcionamiento del blockbuster de antaño, que a su vez configuró las narrativas y las expectativas de las audiencias occidentales hace cuarenta años. Eso es lo que hace a esta serie tan diferente.

Recapitulemos un poco: los creadores otra vez retoman problemas y soluciones de otras cintas, otra vez copan la pantalla de referencias, otra vez apropian contenido que nos es familiar; pero ahora apuestan por explorar otro tipo de problemas y eso implica otro tipo de cintas e historias. Mientras el resto de los blockbusters de este año son escuetos esfuerzos de reproducir ese modelo, Stranger Things 2 se muestra como digno heredero del género; ese que es familiar, cómodo, trascedente entre generaciones.

Veámoslo así: Stranger Things 2 es una serie simple y entretenida, que no nos revela el hilo negro, pero acomoda las piezas donde debería para entregarnos un producto que nos lleva a ese estado de la consciencia originalmente concebido en las mentes de autores como Spielberg, Lucas, Zemeckis o Cameron.

 

 

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