Producción: Tenet
Dirección: Christopher Nolan
Año: 2020
Plataforma: Cartelera
En 5 líneas esta película:
Es de acción, ciencia ficción y suspenso
Juega con la línea del tiempo de su historia
Tiene en su fotografía a uno de sus mejores aciertos
Pecan en su simpleza narrativa en sus momentos decisivos
Está plagada de confusiones innecesarias
¿Es posible afirmar, al mismo tiempo, que una película es buena y mala sin caer en la contradicción que esa misma aseveración carga consigo? En otras palabras: decir que está bien dirigida, escrita, actuada y al mismo tiempo no, no y no, ¿puede ser?
Sin profundizar en nada yo les diría que la sola consideración es una locura, pero con Tenet y las ambiciones cinematográficas que un director como Christopher Nolan agrega a sus proyectos, la verdad es que no existen esas limitaciones lógicas, puede ser y lo es.
Antes de explicarles el por qué, tengo que reconocer lo siguiente: Si alguien era el indicado para plasmar las mecánicas del tiempo invertido y la simbiosis que gira entre la causa y efecto de cualquier momento determinado, el elegido no podía ser otro que el director que también se la jugó en el espacio exterior, en la guerra de Dunkerque y en ciudad Gótica (por mencionar algunas de sus más recientes travesías). Durante toda su filmografía, Nolan ha moldeado ya sea directa o indirectamente el tiempo y lo hace de la manera que a él le place, que por lo general suele ser caótica, llamativa y melodramática.
En Tenet, John David Washington interpreta a el protagonista, un agente que tiene la misión de evitar la Tercera Guerra Mundial en un mundo que corre de forma lineal y se invierte simultáneamente. Para ello tendrá que hacerse de aliados y viajar por todo el mundo para derrotar a un psicópata que se cree dueño de la existencia.
Lo nuevo de Christopher Nolan puede ser bueno y malo al mismo tiempo, ¿por qué? Porque no estamos viendo sólo una historia, sino dos: una que corre hacia adelante y otra hacia atrás; sin embargo solo llega a funcionar una de ellas.
La primera historia es la parte más floja de toda la película, que aproximadamente consume la primera hora de metraje. Nolan se encarga de establecer las reglas del juego con poca o casi ninguna elocuencia discursiva, en escenas donde Washington se tiene que encontrar con alguien que le explique que está pasando una y otra vez, y tristemente ninguno de esos momentos supera la barrera más grande de toda esta primera narrativa: el sinsentido del propio director. Ese sinsentido ocasiona que se deterioren las causas y efectos de Tenet, no porque sean complejas y superen al espectador (como ya se ha hecho creer), sino porque la imprecisión argumental es demasiada. La primera historia nunca logra acentuarse con la claridad esperada, y si una película es incapaz de establecerse con un desarrollo coherente incluso para procesar sus reglas más básicas, todo el innovador argumento se pierde en la confusión generada. Pero en este caso queda una cosa que si se disfruta mucho: las secuencias de acción (aunque si las comparamos con lo logrado en películas como Inception -2010- o The Dark Knight Rises -2012-, es también el Nolan menos sorpresivo que hay).
Lo mejor de esta odisea llega en su hora y media restante, que nos presenta una segunda historia que cautiva porque está estructurada de forma invertida. Su director nos deleita con lo mejor que puede mostrar de este fenómeno, que a la par del hermoso trabajo de fotografía de Hoyte Van Hoytema y la imponente banda sonora de Ludwig Göransson, nos ofrece una ejecución de toda la rutina de «salvar al mundo» que es simplemente extraordinaria. Aunque las batallas o momentos decisivos pequen por su simpleza narrativa y el excesivo uso de estereotipos que contaminan la evolución del protagonista y antagonista, Nolan aún cumple con darnos una película que es visualmente impactante al regresar sobre si misma y es lo que finalmente compensa a Tenet de todos sus errores: la innovadora y entretenida forma de verlo todo al revés.
No hay una empatía absoluta con el conflicto, da lo mismo si este hombre llega o no a salvar al mundo, pero te compras todo el desafío de correr contra el curso de las cosas.