Netflix ha disfrutado de un ascenso estrepitoso en todos los sentidos. Si me permiten salirme del ámbito, la acción de la compañía tuvo un incremento del 3821% desde el 2002, año en el que se volvió pública, hasta finales del 2013. Al año siguiente la acción solamente creció un 2.4%. Dicho fracaso le fue atribuido al consenso de los analistas financieros que advertían que Netflix dependía demasiado del contenido de otras productoras. El miedo era que ante la amenaza de la plataforma de acabar con el cine y la televisión tradicional, los canales tradicionales le cerrarían las puertas a la plataforma. Claramente el éxito de House of Cards y Orange is the New Black, estrenadas en 2013 y 2014 respectivamente, no era suficiente para saciar la sed de Wall Street (ya sabemos que eso solo se logra con sangre de bebe). ¿Qué si cuánto ha crecido la acción de Netflix del 2015 a la fecha? 192% ¿Qué sucedió? El siguiente número de producciones originales se estrenaron en esos años: drama, 10, Marvel, 4, comedia, 16, animación, 2, familia, 24, internacional, 6, en asociación, 16, continuaciones, 8, docu-series, 11, reality, 3, talk show, 1, stand up, 59 y películas, 63. Netflix solucionó su problema y hoy en día produce igual (o más) que los canales tradicionales. Ahora el problema es de nosotros, los espectadores.
El pasado 8 de enero la serie original de Netflix, The Crown, se coronó en los Golden Globes como la mejor serie de drama de la Unión Americana. Este fue el primer galardón de mejor serie, tanto de drama o comedia, para la plataforma digital. No fue House of Cards, no fue Orange is the New Black, fue The Crown. Tal vez igual que en la de muchos, The Crown estuvo colgada en mi página principal de Netflix todo diciembre. Ni siquiera le di la oportunidad de ponerla en mi lista, “seguramente es otro The Ranch, o del mismo escritor de Tallullah» pensé. ¿Qué hice todo diciembre en lugar de ver The Crown? Pues ver The OA, por supuesto.
The OA apareció repentinamente en nuestras pantallas, repleta de misterio. ¿Qué es esta serie de la que nadie sabía? ¿Por qué Netflix no había anunciado nada? De pronto la gente empezó a ver un capítulo, dos capítulos, y el suspenso era bueno, las actuaciones medio malas pero que importa. Hasta que empezó a sacar el cobre; que si los ángeles, que si Khatun y el peor diseño de producción de la historia, y para rematar, el recurso narrativo más cursi de la historia: los siete movimientos. Hay pocas cosas que rescatar de The OA, entre ellas la actuación de Patrick Gibson como el problemático Steve Winchell, el cameo de Riz Ahmed y el coqueteo con el estrés postraumático.
The Crown por otro lado, la cual empecé al día siguiente que ganó su Golden Globe, resultó ser una serie de buenas actuaciones que logra transmitir su mensaje con precisión clínica: el privilegio de ser la reina viene con un costo, el de vivir en soledad en la cima de una torre de tradiciones centenarias. La serie nos muestra qué necesita una institución para sobrevivir no solo el paso del tiempo, sino la evolución de la sociedad. Además que John Litgow en el papel de Winston Churchill es lo mejor que puede tener uno en la pantalla de una laptop *incluye aquí chistoerete de pestaña incognito*. Por supuesto que The Crown por momentos se siente como propaganda fina de la corona inglesa. Y a final de cuentas, por la misma naturaleza de la temática, no podemos esperar mucho aspaviento en la trama. Pero su calidad se reconoce y se disfruta.
En la era del binge no hay tiempo de digerir capítulo a capítulo una serie hasta decidir si se tiene ganas de verla. La velocidad es clave en la manera que consumimos nuestro entretenimiento. Para el caso de The OA, cuando nos damos cuenta que nunca queríamos ver la serie, ya necesitamos saber en que acaba, aunque tengamos que estar checando las redes sociales mientras el capítulo 5 corre en el fondo. La cantidad con la que está produciendo Netflix hace más difícil discernir la calidad; gracias a The OA, The Crown pierde probabilidad de estar en nuestra lista. Netflix llegó para quedarse; pero conforme la plataforma crezca con esa sed de volumen, siempre estará expuesta a esas casas productoras cuyo modelo es la calidad, la extrema calidad, tanta que están persiguiendo un objetivo más alto: el cine.