Caminar por Las Vegas Convention Center durante el CES (Consumer Electronic Show) es una experiencia apabullante. Gente de todas partes del mundo, cientos de ellos transitando, llenando decenas de miles de metros cuadrados de exhibición de refrigeradores inteligentes, robots que limpian vidrios y miles de aparatos esotéricos del futuro para consumo. Me detuve delante de un espacio donde una compañía ofrecía servicios de monitoreo de redes sociales, Trump aparecía en una de las vistosas pantallas de display de la compañía mientras era atacado por un águila calva cuando alguien me interrumpió: “¿ya conoces The Expanse, la nueva serie de SyFy channel?”, me pregunta un joven de rasgos latinos en un casi perfecto español mientras me daba una figura que extrajo de una impresora 3D, una réplica de la Rocinante. 

The Expanse es una adaptación televisiva de una serie de novelas de ciencia ficción creadas por James S. A. Corey en 2011. La serie fue creada por Mark Fergus y Hawk Ostby. La historia está ambientada en el futuro cuando los humanos han conquistado el sistema solar. La Tierra y la Luna son territorio de las Naciones Unidas, Marte es un régimen militar autónomo; ambos son provistos de recursos naturales por el Cinturón de asteroides, cuyos habitantes trabajan incansablemente para suplir las necesidades de las dos potencias, mientras que los cinturianos son considerados habitantes del sistema solar de segunda categoría.

James Holden (Steven Strait), en su cargo de oficial, mantiene a flote una desvencijada nave de transporte de hielo en curso hacía Ceres, una estación del Cinturón. La ejecutiva de las Naciones Unidas Chrisjen Avasarala (Shohre Aghdashloo) investiga una pista sobre tecnología furtiva para naves espaciales. En Ceres, Joe Miller (Thomas Jane), detective de Star hélix, la corporación de seguridad terránea, investiga la desaparición de una mujer, hija de uno de los hombres más ricos del sistema solar. Entre medio de estas tramas, una mujer sin nombre flota en una celda al interior de una nave; sin ningún recurso para sobrevivir abre la compuerta de su confinamiento para encontrarse en una nave, la Scopuli, en cuyo interior algo crece: un organismo que únicamente es distinguible por su luminosidad y su apetito por los humanos.

Uno de los grandes aciertos de The Expanse es su narrativa de temas contemporáneos: la injusticia social y la eterna lucha de clases, la constante colisión entre potencias por intereses y la condición humana (entendida hasta en sus rasgos biológicos) como un valor que se gana y pierde constantemente, tal como los cinturianos y la exposición a la baja gravedad altera su organismo hasta en los rasgos físicos.

Otro éxito es el retrato del futuro de manera sombría o apartada de cualquier adorno; el espacio es sucio con esclusas oxidadas, las personas se adaptan a su entorno creando nuevos lenguajes y oficios así como el descubrimiento de otro organismo que habita el sistema solar, que apareció en el espacio sin indicar procedencia. Con intriga y suspenso delineado para dudar de los personajes y en caer en una agenda tan extensa como lo es el sistema solar, pero que en se estrecha por cada decisión tomada en la Rocinante (destaca el homenaje a Cervantes) siempre preguntando que les deparará el futuro.

Eran pasadas las ocho de la noche y el debate en el chat arreciaba cuando, entre medio de la plática, Javier soltó un mensaje: “listo… los gabachos han dejado caer 50 misiles en Siria en represalia por el ataque con armas químicas”. Mi memoria viajó en una relación mnemotécnica muy extraña aunque un tanto acertada para la situación justo como pasó en Eros… recuerden la Cant ¿Qué pasará ahora?

 

The Expanse está disponible en Netflix.

 

 

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