Producción: The Last Dance
Año: 2020
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es documental

Tiene a Michael Jordan entre su elenco

Es completo y rico en su material

Tien una gran banda sonora

Nos regala momentos únicos

 

    

 

Estimado lector, lectora, si usted estaba en la secundaria o prepa durante los noventa, y le gustaba el basquetbol, tuvo el placer de ver jugar a Michael Jordan. No es exactamente una cuestión del deporte en sí, es de ver a una persona dominar por completo su arte y a sus competidores. Es ver algo que probablemente no se vuelva a ver.

The Last Dance es un recuento de la carrera del aclamado baquetbolista Michael Jordan, vista desde sus inicios por un lado, y por otro desde su última temporada. La historia digamos que termina donde empezó. Aunque aquí la historia comienza y termina con Michael Jordan. La entrevista principal es con él, quien tiene el derecho de contarlo todo desde su punto de vista. Pero a este siempre le acompaña el de su corte, sus superiores en la corporación, allegados personales y así como uno que otro colega y por ahí uno que otro enemigo. Lo que esto hace es un recuento rico y por momentos morboso.

Lo impresionante de esta historia es ver qué hay detrás de esa noches de partido. Lo que nosotros vemos durante el juego es solo la punta del iceberg, detrás de esas noches de baloncesto hay una voluntad abrasiva de ser el mejor, mantenerse en la cima y aplastar a tus enemigos. Es una voluntad que primero se encarga de torturar a los suyos, para que en el campo de batalla no haya quien pueda estropearlos peor. Michael Jordan fue un príncipe déspota, que solo entregaba cariño a quienes sacrificaban algo por la empresa, a quienes estaban listos para demostrar valor bago fuego. El resultado ahí está, el proceso se nos presenta por primera vez.

Pero no solo es deporte, también es un retrato de la sociedad norteamericana, en los inicios de la explosión de la celebridad. Michael quizá fue el primer deportista elevado a esa categoría de semi-dios, al mismo tiempo, por cierto, que otro semi-dios llamado Michael. El impacto de una figura como Michael Jordan va más allá del deporte, ayudó a forjar una generación que se querría ver en la tele, que quería estar en la cima. Un deseo hoy pulverizado en las redes sociales, alcanzable casi para cualquiera.

La serie documental producida por ESPN y Netflix derrocha calidad, es un placer para fans del deporte, de la cultura popular y del retrato del caracter humano por igual. Sin duda hay momentos que pagan la serie por sí sola, momentos en donde se ve doblegado a Michael por su pasado, acusado en el estrado ya sin poder cambiar las cosas. Aunque no es que él cambiaría algo. Pocas veces podemos ver recuentos así, íntimos y certeros de alguien que vivió la cima de esta civilización del late-capitalism.

 

 

 

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