Producción: The Man in the High Castle, Cuarta Temporada
Creador: Frank Spotnitz
Plataforma: Amazon Prime Video

 

En 5 líneas esta temporada:

Concluye la historia de gran manera

Nunca se separa de su comentario

A pesar de sus limitaciones logra asemejarse a una épica

Tiene gran desenlace para sus villanos

Su ambición no le quedó grande

 

    

 

Ciertamente siempre fuimos fans de The Man in the High Castle, y a pesar de que quisimos compartir ese gusto con la gente, al parecer no hubo mucho eco. Quizá porque la plataforma de Amazon Prime aún le cuesta propagar su contenido, quizá porque, a final de cuentas, la serie sigue siendo de nicho. Mitad ciencia ficción, mitad épica histórica, mitad comentario social, la creación de Frank Spotnitz siempre buscó ese apreciado balance entre entretenimiento y un aporte de calidad a la cultura popular.

En su cuarta y última temporada, la serie conjugó más que nunca su gran giro de trama, el de los universos alternos, siempre con un coqueteo de un gran choque entre ambos, siguiendo la línea cada vez más evidente de que la serie se encaminaba para una producción de épicas proporciones. Pero la verdad de las cosas es que esa línea siempre fue un truco, como el que usa una pequeña fuerza de combate que lo que tiene en valor no lo tiene en los números. The Man in the High Castle nunca tuvo el presupuesto que tienen, por ejemplo, algunas series de HBO. La serie de Amazon, con el presupuesto que logró de una plataforma aún tratando de alcanzar a las grandes, nos hizo creer en este mundo paralelo, donde los Alemanes y los Japoneses habían ganado la Segunda Guerra Mundial; construyó tan bien este universo alterno que para donde volteáramos a ver, estaba la producción atendiendo nuestra mirada. No hubo necesidad de grandes batallas, de grandes explosiones, de efectos generados por computadora. Como en el cine de ciencia ficción de antaño, aquí se debatieron las ideas, y de gran manera, los sentimientos.

En esta última temporada, el juego de los universos alternos sirvió, más que para una batalla magnánima, para mostrarnos el qué sería de nosotros, a nivel personal. Para qué alcanzaría esta misma persona que somos en otras condiciones, y si realmente eso nos haría felices. Un testamento a nivel personal de en lo que se convierte el ser humano bajo las influencias del poder. John Smith (interpretado por un gran Rufus Sewell), en su capacidad de Reichsmarschall, a través del viaje entre universos, es confrontado con su pasado, con las decisiones a las que fue orillado y a las que tuvo que sufrir como un espectador más. Uno de los mejores ejemplos del poder de la ciencia ficción, momentos como cuando Smith se encuentra primero con su hijo, el que falleció por adoctrinado, y luego con su amigo, al que traicionó en su juventud.

La serie también cumple con regalarnos, una vez más, con esos aires de batalla por el bien, de los que nunca más volvimos a ver después de la Segunda Guerra Mundial, en donde la valentía y el coraje valían algo, en una guerra justificada, no por ende menos lamentable y dolorosa. La resistencia galante que vemos en la serie, personificada desde un inicio en Juliana Crain (nuestra siempre favorita Alexa Davalos) y en esta temporada por la insurgencia de la Rebelión de los Comunistas Negros, tiene esa misma inspiración que nos deja cualquier material de mediados del siglo XX, algo que sin duda ayuda a ese sentimiento de épica.

Vamos a extrañar esta producción, que hizo tanto con tan poco.

 

 

 

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