Producción: The Get Down
Año: 2016
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es drama y musical

Tiene elementos históricos

Es atractiva audiovisualmente

Le falla a su material original

Es inconsistente

 

  

 

The Get Down es la más reciente serie original de Netflix y también presumen la más cara hasta la fecha, con un presupuesto de 10 millones de dólares por episodio. Creación del carnavalesco director Baz Lurhmann, la serie se ubica en el Bronx en 1977, y trata sobre los primeros días del hip hop y los últimos de la música disco. La historia se centra principalmente en un adolescente de nombre Ezekiel Figuero, quien tiene un dote natural para rapear (aunque en esa época no existía el rap), y su interés romántico, Mylene Cruz, quien canta como Beyonce y quiere ser una “disco diva”. A ambos los acompañan un extenso elenco de aliados, villanos, padres de familia, maestros, tíos padrotes, políticos y demás piezas en este gran universo que se crea para nosotros.

La primera parte de la serie son solamente seis capítulos, y suman alrededor de siete horas. El primer capítulo se puede resumir como el evangelio de Baz Luhrmann: una mezcla de sus elementos mas icónicos los cuales podemos ver sin equivocación en Romeo + Juliet, Moulin Rouge! y The Great Gatsby; sacudidas de edición, personajes que se ponen a cantar de la nada y bacanales anacrónicos. El director australiano es conocido por invadir los sentidos y siempre ser entretenido.

Pero la propuesta de The Get Down tiene dos problemas: primero, es muy notable cuando Luhrmann cede la batuta a otros directores a partir del segundo capítulo; el oficio no es el mismo. Aunque bien, siete horas de Baz Luhrmann puede causar epilepsia. Segundo: La suma de las partes no logran ser más grandes que cada una individualmente—La producción, investigación y colaboración que hay detrás de la serie es ejemplar; el mismísimo Grandmaster Flash, uno de los creadores del hip hop, y personaje místico en la serie, es parte de la producción como consultor. Netflix y su excéntrico realizador utilizan una pieza importante de la cultura norteamericana (y mundial) para crear entretenimiento, y lo hacen sin olvidar elementos clave de su origen, como la extrema pobreza y violencia bajo la cual vivía el Bronx en 1977, o la cultura del grafiti, la cual es parte prominente del reparto. Inclusive se toman la molestia de educarnos en una de las técnicas mediante la cual se hizo posible el hip hop en las tornamesas: el “quick-mix theory”. No obstante, nadie que pertenezca al mundo del hip hop, o disfrute del mundo de hip hop, quiere sentarse a ver una creación conformista, y Baz Luhrmann termina destripando la cultura del hip hop: lo que empieza como contra cultura, termina a lo Justin Bieber, con una ensayada boy band de adolescentes del Bronx, si es que eso hace algún sentido.

La serie es entretenida, a final de cuentas hay suficientes elementos audiovisuales e historias de amor adolescente para engancharse. Esta primera entrega de seis capítulos va a ser completada en 2017 por otros seis capítulos. Pareciera ser que no hay película de Baz Luhrmann que no termine en tragedia, y si se pone atención en el primer capítulo se nos anuncia algo de lo mismo. Una vez pasando por alto el homenaje/insulto al hip hop, la serie se puede disfrutar por lo que es, un bien logrado video de Lady Marmalade pero con más gánsteres; suficiente entretenimiento en lo que sale la segunda temporada de Stranger Things.

 

 

 

 

 

 

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