Producción: Titanes del Pacífico: La Insurrección (Pacific Rim Uprising)
Dirección: Steven S. DeKnight
Año: 2018
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es la secuela a la película de Guillermo del Toro

Es visualmente atractiva

Es como si la dirigiera Michael Bay

Busca atraer al público del cine de superhéroes

Se extraña a Ramin Djawadi, compositor de la primera

 

 

 

¿Alguien se acuerda del zapato rojo de Mako Mori? ¿El robot en una playa gélida de Alaska y un Jaeger moribundo que perdió a uno de sus pilotos? Esos eran los simbolismos en cada discurso que Guillermo del Toro le otorgaba a la cinta original. Todo eso quedará en el recuerdo de una de las mejores películas que el subgénero del Kaiju pudo ofrecer.

Jake Pentecost (John Boyega) vive el periodo de paz después de haber nacido en tiempos de guerra contra los kaijus; vive a la sombra de su padre, el mítico mariscal que defendió la iniciativa Jaeger al más alto de los precios. Gracias a los sacrificios de muchos el mundo se encuentra en reconstrucción constante y no baja la guardia a la latente amenaza de un resurgimiento de la brecha. En este mundo donde las celdas de energía de robots gigantes y la sangre de kaiju se paga bien, Jake se gana la vida desvalijando bestias metálicas, hasta que se encuentra a Amara Namani (Cailee Spaney), una talentosa adolescente que ha construido su propio jaeger con piezas de un deshuesadero ilegal, razón por la cual terminan encarcelados. La única forma de salir de su reclusión es aceptar el trato de la hermana adoptiva de Jake, la secretaría de la defensa del pacifico Mako Mori (Rinko Kikuchi), quien le ofrece a ambos la opción ya sea de ir a la cárcel o ingresar a los cuerpos de defensa, Jake acepta a regañadientes. Pero el mundo sigue dando vueltas y la tecnología permitirá que los jeagers sean otro mecanismo más dirigido a distancia y por un solo piloto desde cualquier parte del mundo gracias a los avances que ofrece la compañía de Liwen Shao (Jing Tian). Pero un plan se urde a espaldas de todo mundo y el cual acarrea consecuencias negativas de escala global.

Como ha pasado en otras franquicias, la intención de Pacific Rim: Uprising, ahora en manos de Universal, es hacer una serie de películas que compitan contra los superhéroes, o al menos eso parece. Esta secuela pone más atención en las escenas de acción que a la historia o a los elementos que pueden conformar una narración inteligente, es irrefutable que las coreografìas se ven increíbles, el arte en los sets, los jaegers e incluso las locaciones que destruyen a cada encuentro son brutalmente bien cuidadas y elaboradas, pero nadie se acordó, al menos ningún guionista de la cinta, que las películas están hechas de historias y que estas se llenan de elementos que la enriquecen. No hay lecturas entre líneas como aquella pelea entre Mako y Raleigh (Charlie Hunnam) que es un baile similar a un cortejo, o los cielos siempre lluviosos y oscuros, los platós saturados de escenografía y extras o los rifts de Tom Morello. Eso sí, los jaegers se ven bonitos en una pantalla digital.

Había bastantes situaciones que hacían de la cinta original una historia bien sustentada por una buena narración audiovisual, junto con conceptos de las películas de kaijus y mechas japoneses. Hoy vemos que solo es una respuesta al cine de superheroes y a su avasallador ingreso al cine comercial.

 

 

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