Producción: Toni Erdmann
Director: Maren Ade
Año: 2016
Plataforma: Cartelera
En 5 líneas esta película:
Es de drama y comedia
Tiene una historia poderosa
Es extensa pero dinámica
Tiene escenas memorables
Es de historia y personajes extraordinarios
Toni Erdmann es una película difícil de encuadrar en un solo género. Quizá una de las razones es que en sus 162 minutos de duración caben demasiadas cosas. Tal vez lo mejor es catalogarla en el supragénero de películas poderosas. La historia cuenta de Winfried Conradi, interpretado por un gran Peter Simonischek, un señor de la tercera edad a quien en la primera escena vemos tomarle el pelo a un desentendido repartidor de correo. La broma por momentos parece de mal gusto, pero pronto entendemos que detrás del humor del señor no hay nada mas que su nobleza, y que no es una forma de entretenimiento, es un vehículo para transitar por la vida, la cual rápido aprendemos también, no le ha sido fácil. Acto seguido conocemos a la hija de Winfried, Ines, interpretada una gran por Sandra Hüller, quien es todo lo contrario a su padre; es tiesa, seria, formal y sin algún rasgo de sentimiento. Como es de imaginarse la relación entre ellos no es nada buena. Ines trabaja como consultora en Bucarest, está solo un par de días de visita y pronto regresa a su ajetreada agenda. Winfried decide tomar unas vacaciones y sorprender a Ines en su ciudad, lo que resulta en un verdadero desastre. Este evento convence a Winfried que deberá utilizar de todas sus energías y apostarlo todo para recuperar a su hija, por su propio bien y por el bien de ella.
Eso primeros minutos de la película, sin nosotros saberlo, son la metáfora perfecta de la aventura narrativa en la que nos lleva Maren Ade, escritora, directora y coproductora de Toni Erdmann. La comedia que vemos en la película es una paradoja, al ser intencional; al no lograr su cometido nos hace reír involuntariamente, para formar parte del cuadro dramático de la relación entre padre e hija. Esta mezcla agridulce es poderosísima. Estamos viendo en pantalla a un padre desviviéndose, sin idea alguna de cómo hacerlo, simplemente haciéndolo de la única manera que puede, para recuperar el alma de su hija. Conforme la historia avanza vemos un milagro en pantalla y empezamos a reír con ellos, no de ellos.
Toni Erdmann fue una de las grandes sorpresas del circuito de festivales en el 2016, y la única de todas las que causaron sensación en llegar hasta la carrera por el Óscar a película extranjera. Es ciertamente una película diferente, pero en dicha diversidad es donde yace la grandeza de la película, para muestra: esos 162 minutos de duración se sienten como 45.