Producción: Tras la Tormenta
Director: Hirokazu Koreeda
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de drama familiar

Tiene personajes genuinos

Contiene sutiles y efectivos momentos de humor

Es de ritmo pausado

Cuenta con una gran interpretación de Hiroshi Abe

 

   

 

El nuevo largometraje de Hirokazu Koreeda se enfoca de nueva cuenta en las relaciones de familia con la delicadeza a la que ya nos tiene acostumbrados. Tras la Tormenta es una de esas películas las cuales una vez que te enganchas es inevitable no sentirte empático con el protagonista, Shinoda Ryota (Hiroshi Abe), un novelista de un solo éxito al que las malas decisiones le han cobrado factura.

Las cosas no han salido como Ryota esperaba, incluso su propia familia (madre y hermana) se refieren a él como una de esas personas que tarda en florecer, en el fondo sabe que la culpa de su inestable presente es suya. Alguna vez fue una promesa con un gran talento para la escritura, pero ahora se encuentra en ese punto donde reflexiona sobre el camino que lo llevó hasta donde está. Es divorciado y tiene un hijo de once años al que no le puede pagar la pensión y por ende sólo lo puede ver una vez al mes, su casi improvisado trabajo en una agencia de detectives lo orilla a comportarse de forma poco honesta por un dinero más. Se trata de una persona que conoce sus errores pero se engaña a sí mismo, el poco dinero que gana lo apuesta con el pretexto de aumentarlo y dice que su trabajo de detective es investigación para su próxima novela.

Lo que fácilmente podría ser un convencional melodrama familiar, Koreeda lo convierte en una sutil historia sobre la frustración de no ser quien alguna vez soñaste, sobre convivir con los errores; en este sentido nuestro protagonista intenta no ser un fracaso más para su único orgullo: su hijo. Tras la muerte de su padre, Ryota se siente obligado a remediar la situación acercándose a su familia, compite con su hermana a pesar de estar consciente que tiene todo para perder en el intento de no quedar rezagado frente a su madre (a quien le da dinero aunque después le tenga que pedir prestado a su hermana) y aprovecha sus conocimientos como detective para espiar las citas de su exesposa y así rectificar que la nueva pareja no sea mejor que él, algo en lo que tampoco sale bien librado.

Koreeda nos muestra las grandes sutilezas de la cotidianidad para contar su historia. Se contextualiza la vida de Ryota gracias a que rememora su pasado hablado con frecuencia de él. Ya sea con su compañero de trabajo, su hijo o su madre, las conversaciones son un elemento importante, parece que por momentos no pasa gran cosa pero de a poco se construye el panorama para el golpe emocional. Se establece lo que todos estamos destinados, ¿qué tanto influyen las características inherentes y heredadas aunado a las circunstancias vividas para el resto de tu vida?. Hacia el final Shingo, el hijo de Ryota, le pregunta a este si es como se había soñado de niño, una idea recurrente en el relato.

Ryota es esa clase de persona que para comprarle unos buenos tenis a su hijo los daña para obtener un descuento, se abstiene de comer para poder comprarle una hamburguesa y, aprovechando un tifón, planea una inesperada visita a casa de su simpática madre para tener tiempo de más con su hijo e intentar reconciliarse con su exesposa. Es precisamente en esa parte final donde el relato toma un realce emocional. Cada personaje se siente tan real y entrañable y se vuelve un relato universal, situaciones cotidianas con lazos familiares en los que todos nos podemos sentir identificados. Koreeda nos entrega otro brillante drama que se mantendrá como uno de los más importantes en su filmografía.

 

 

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