Producción: Tully
Director: Jason Reitman
Año: 2018
Plataforma: Cartelera Comercial

 

En 5 líneas esta película: 

Es una comedia dramática

Es la tercera colaboración de Diablo Cody y Jason Reitman

Desaprovecha a su elenco

No desarrolla una comedia orgánica

Cumple su objetivo en retratar la realidad de la maternidad

 

 

 

Diablo Cody no es una guionista corriente. En primer lugar, bueno, se llama Diablo. En segundo lugar, es una conocida stripper que consiguió su primer encargo como guionista luego de escribir un libro sobre su vida como desnudista. Básicamente la contraparte gringa de la infame Virginie Despentes, la prostituta francesa vuelta escritora vuelta cineasta. Pero volvamos a Cody.

¿De dónde me suena tanto su nombre? Estarán pensando. Repasemos rápidamente su filmografía: Doña Diablo fue guionista de Juno (Reitman, 2007), Jennifer’s Body (Kusama, 2009), Young Adult (Reitman, 2011) y Ricki & The Flash (Demme, 2015); además, estuvo encargada de la revisión de Burlesque (Antin, 2010) y fue creadora, escritora y productora de la serie United Stares of Tara. Más recientemente, escribió una película llamada Tully.

Luego de una trayectoria tan ¿atrevida? uno creería que para este punto de su carrera, Cody se arriesgaría más en papel-a-pantalla. Uno creería. Lo que tenemos, sin embargo, es el mejor anuncio para anticonceptivos de la historia, pero nada más, lo cual es una pena si tomamos en cuenta que estamos hablando de una producción protagonizada por Charlize Theron y Mackenzie Davis, con Mark Duplass además.

La historia es la de Marlo, madre de dos con una más en camino. Su esposo juega videojuegos en la cama y sale de viaje por negocios, pero no hace más que eso en la vida. El hermano de ella es exitoso en algo que realmente nunca queda claro, pero es tan adinerado que les propone contratarles una niñera de noche cuando nazca la bebé. Al principio Marlo no quiere a una extraña todas las noches en su casa porque claramente vio La Mano Que Mece La Cuna (Hanson, 1992) e Inconcebible (Baker, 2017), pero finalmente termina sucumbiendo al cansancio y aceptando la oferta. Entra Tully, la Mary Poppins Millennial, poliamorosa y súper buena onda, que tiene mano impecable para la limpieza, los niños y hacer pastelitos. Será posible que Tully sea… ¿un ente sobrenatural? Voy a dejar esa pregunta ahí.

La película es un atropello de slapstick y chistes para adultos con un par de escenas que pretenden ser a la vez picantes y jocosas, todas protagonizadas por personajes que nunca se terminan de desarrollar y cuya falta de motivaciones nos impide simpatizar con ellos a pesar de todo. Lástima por Charlize Theron, que tuvo que engordar veintidós kilogramos para interpretar un personaje que jamás nos hace sentir más que vergüenza.

El único punto a favor que le veo a este desastre es el de crear una imagen tan terrorífica –y curiosamente acertada– de la maternidad en la actualidad. Es difícil, es lo que es. Feliz día de las madres, supongo.

 

 

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