Debo confesar algo inadmisible para todo seriéfilo o cinéfilo: no he seguido una de las series más icónicas de los años noventa. Si bien soy devota al trabajo de Lynch, característico por sus tintes surrealistas, inquietantes y viscerales, admito que la participación de este director en la pantalla chica no me es del todo familiar.
Hace poco más de veinticinco años se transmitió por última vez esta producción, la cual regresa de manera inesperada y un tanto triunfal en una de las plataformas de streaming más populares, Netflix. Desde el inicio de esta tercera temporada podemos distinguir con claridad el sello de Lynch: el misterio. A lo largo de los primeros tres episodios es inevitable sentir inquietud al ver sucesos que en apariencia, parecen infundados y sin sentido. Este sentimiento va creciendo gradualmente hasta el quinto capítulo, dónde se van esclareciendo e hilando dichos elementos. Es aquí donde podemos ver que Lynch nos está preparando para algo grande; es imposible constatar hacia dónde nos llevará el director, pero su brillante forma de conducirnos hacia ello mediante una compleja construcción de la historia a base de vacíos e incógnitas, promete un desenlace sorprendente.
No ha sido fácil seguir Twin Peaks sin una experiencia previa o por lo menos, sin conocerla de manera superficial. El trabajo de este director estadounidense por lo general no es sencillo de digerir, por lo que si estás familiarizado con sus producciones, podrás tener un marco de referencia para comprender sus discursos y estilo, por lo contrario, es probable no capte tu interés.
El capítulo de esta semana nos introdujo al personaje de Becky Burnett (Amanda Seyfried), un papel que podría resultar clave para la historia, lo que lleva a un sinfín de preguntas: ¿Qué conexión podría existir entre ella y Laura Palmer? ¿Es acaso el personaje de Amanda la sustituta de Laura en esta temporada? ¿Qué significaría esto para trama? ¿El seguimiento de este personaje es una posible dirección o desenlace para la temporada? Las incógnitas resultan casi aplastantes. Es también durante éste episodio donde encontramos a mi parecer, una de la mejores tomas en lo que va de la serie, e involucra a Becky extasiada por los efectos de la cocaína y una punzante vibra setentera. Vaya forma de presentar a un personaje. No cabe duda que Lynch y Mark Frost forman una dupla experimentada, saben cómo mantener a su público interesado, al borde del asiento con el cuerpo revuelto de angustia, en espera de más. Por ahora, no queda más que disfrutar un largo camino hacia el final de la temporada, pues constará de dieciocho capítulos, ¿algo que los fans de Twin Peaks se merecen tras una eterna espera? Definitivamente.