Producción: Una Voz Silenciosa
Director: Naoko Yamada 
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de animación

Es una historia del tipo coming-of-age

Tiene buenos momentos humorísticos

Tiene buenos personajes

Es un gran retrato acerca de la amistad y el afecto

 

    

 

No todo es Studio Ghibli o Miyazaki cuando de animes visual y emocionalmente poderosos hablamos. Fuera del aclamado y popular estudio Japonés se encuentran varias joyitas dignas de conocer, una de ellas: Una voz Silenciosa (Koe no Katachi, su título original) la cual se estrenó en Cinépolis el viernes pasado y desafortunadamente al parecer solo estará disponible durante dos fines de semana –el anterior y el 12, 13 y 14 de mayo–. La cinta, dirigida por Naoko Yamada y escrita por Reiko Yoshida, es la adaptación del manga homónimo de Yoshitoki Oima. Sus creadoras realizan un coming-of-age con enorme sensibilidad acerca del afecto, la redención y la amistad.

La película inicia con una cadenciosa escena in media res para después pasar a la frenética secuencia de créditos iniciales musicalizada por My Generation de The Who, lo cual es básicamente un collage de momentos que emanan nostalgia y camaradería donde observamos al protagonista Shoya Ishida durante su niñez, pero este ritmo pronto se desvanece y pasamos a ver a Ishida aburrido en clase; estos cambios de ritmo bien pueden reflejar la cantidad de matices y temas por los que atraviesa la película.

Ishida es el típico niño al que le gusta llamar la atención de los demás, desenfadado e irresponsable como solo la inmadurez de la infancia lo puede permitir. Todo cambia con el ingreso de una nueva niña, Shoko Nishimiya, quien pondrá a sus nuevos compañeros en una situación con la que no sabrán lidiar. Nishimiya es sorda y se comunica a través de un cuaderno. Como sucede en cualquier lugar, la mayoría de los niños optan por las burlas como forma de convivir ante lo extraño. Ishida, en su papel de revoltoso de la clase, es quien toma de manera un poco más activa el bullyng. El maltrato propicia que Nishimiya sea cambiada de escuela. Los reclamos por parte de las figuras de autoridad caen directamente sobre Ishida, quien es puesto como chivo expiatorio. Aunado al fallido y desgarrador intento de su madre por arreglar las cosas con la familia de Nishimiya, el protagonista cae en una espiral de culpa y remordimiento que lo orillan a aislarse por completo de los demás.

Años después, durante su adolescencia, Ishida intenta contactar de nuevo a Nishimiya; sabe que es imposible resarcir el daño pero siente casi como una obligación el encontrarla. Este reencuentro pondrá a los personajes en varios predicamentos, a los cuales tendrán que enfrentarse involucrando a sus antiguos compañeros de la primaria y a unos cuantos personajes nuevos, como el único amigo de Ishida, el gordinflón y simpatiquísimo Nagatsuka –quien proporciona los momentos más divertidos– y Yuzuru, quien sobreprotege a Nishimiya. Es cierto que nos encontramos ante personajes prediseñados y una premisa como lo de cualquier otro drama adolescente, empero, Yamada y Noshida llenan a sus personajes de matices dificultando no simpatizar con ellos porque, de una u otra forma, la cinta propone situaciones tan reales que inevitablemente nos recuerdan que las soluciones siempre son más complicadas de lo que parecen.

Tal vez, debido a los avances, la película parezca en primera instancia un drama romántico, sin embargo, es mucho más que eso, al plantear estas complejas relaciones adolescentes, en las cuales los protagonistas ya no son los niños inmaduros que no sabían comportarse ante lo diferente, pero tampoco tienen la suficiente madurez para saber cómo actuar al ya estar conscientes de su grado de responsabilidad con Nishimiya. Esto es representado con gran emotividad en pantalla a través de una animación la cual es bella por sí sola, haciendo que el simple hecho de mirar sea agradable. Aunque la relación entre Ishida y Nishiyima sea el principal arco argumental, está lejos del romance empalagoso; la cinta plantea más una problemática emocional donde la pieza que conjunta todo es, a diferentes niveles, el aislamiento de sus dos protagonistas.

Aunque no seas un seguidor del anime, la película es una must para cualquiera, tal vez por momentos se sienta enrevesada por los cambios de ritmo e insertos que la constituyen con la intención de realizar una adaptación casi poética y se exagere un poco con el drama, empero, es algo que le resta muy poco dado los giros y la manera en que Yamada lleva la narración. En gran medida me recordó otra cinta de animación contemporánea, La Vida de Calabacín (Barras, 2016), quizá en tonos y premisas diferentes pero las dos van hacia la misma dirección, con el afecto y la amistad como base. Sin duda, Una Voz Silenciosa es un lindo retrato acerca de los lazos emocionales.

 

 

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