Producción: Venom
Dirección: Ruben Fleischer
Año: 2018
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es la primera de la nueva franquicia que pretende Sony

No tiene a Spiderman

Parece más un bromance

Se evita la violencia explícita

Tiene en Tom Hardy y Riz Ahmed a lo más rescatable

 

 

 

Es inevitable no recordar a Spiderman cuando se habla de Venom, una de las parejas de némesis más celebres de los comics. Habrá que decir primero, entonces, y no es spoiler, que esta nueva adaptación del simbionte se mantiene lejos de nuestro amigable vecino arácnido. Tanto así que se cambian los altos edificios de Nueva York por las peculiares calles de San Francisco. Y no sólo eso, al parecer Sony y Marvel quieren que este demencial y violento personaje concebido como un supervillano sea simpático y para toda la familia. El resultado no podría ser otro que una genérica presentación de personaje que mezcla un disparate de tonos.

Eddie Brock (Tom Hardy) es un tipo exitoso con una vida estable y apunto de casarse. Eddie confía demasiado en sus cualidades de reportero, lo cual provoca que se atreva a hacer algo inusual, trayéndole un cambio radical en su suerte. Ahora es un perdedor solitario que vive de sus épocas pasadas, sin embargo, conoce a alguien que le ayudará a ser mejor, solucionar un problema, ganarse el afecto de todos y recuperar a la chica. Sí, esta es la historia de una película de acción y superhéroes, aunque parece más una buddy movie cualquiera.

El simbionte Venom llega a la vida de Eddie a causa de un proyecto científico financiado por el multimillonario Carlton Drake (Riz Ahmed), cuyo objetivo es traer unos extraños seres extraterrestres para su investigación. Pero, claro, las cosas no salen como se espera y dos de estos simbiontes escapan y uno de ellos se uno con el desesperado Brock. En un principio el simbionte autonombrado Venom y Eddie van en diferentes direcciones: El primero está más interesado en comer e invadir la tierra, mientras Brock en conseguir un trabajo y reconciliarse con su ex. Cuando el otro simbionte entra en escena, Venom cambia de parecer y se rebela contra los de su misma especie; la motivación es por demás ridícula e insatisfactoria. Básicamente, se nos dice que Venom termina congeniando con Eddie porque los dos son unos perdedores en sus respectivos planetas, así que por eso el simbionte mejor decide salvar a la humanidad. Bueno, da la impresión que Sony pensó: si en alguna otra película dos superhéroes se vuelven amigos porque sus madres se llaman igual, ¿por qué no aceptar esta justificación? Echando por la borda todo ese conflicto de dualidad –estilo Jekyll y Hide– por el chiste fácil y el bromance entre un perdedor y un alien.

En esencia, la cinta pretende ser una historia de aventuras y acción con elementos de ciencia ficción y el característico sentido del humor de las producciones de Marvel, pero queriendo acercarse a lo hilarante y violento de Deadpool, aunque no tanto para que la película pueda perder su clasificación B y no alcanzar a ese público menor de edad. ¿Ve usted el problema? El guion quiere desarrollarse por varios caminos sin decidirse por uno para hacerlo bien y, en consecuencia, plantea un montón de situaciones sin sentido (Brock no puede conseguir ni siquiera un trabajo como barrendero pero sí puede pagar la renta de un modesto apartamento en San Francisco durante seis meses, ¿cómo?).

La hilarante interpretación de Hardy quizá sea lo más digno de resaltar; no es el Hardy de carácter y personajes extravagantes que hemos visto en cintas como Mad Max: Fury Road (Miller, 2015), Bronson (Refn, 2009), The Dark Knight Rises (Nolan, 2012), Locke (Knight, 2013) o The Revenant (Inárritu, 2015), sino el genérico protagonista bobo pero simpático, que por momentos lo hace parecer un idiota, aunque no desagrada por completo. Cosa aparte es Ahmed, quien es su papel de una especie de Elon Musk malvado, logra convencer con sus acciones.

A favor de Fleischer se puede decir que asombran ciertos momentos de locura en pantalla; la cinta es ese tipo de entretenimiento donde puedes estar comiendo o haciendo cualquier otra cosa y no perderte de nada, no es necesaria la atención constante (con semejantes justificaciones, ¿cómo lo iba a ser?). Se sacrifica la posibilidad de una historia con un conflicto interior sobre el bien y el mal, por una comedia ligera con algo de acción para comer palomitas. Quizá tenga lo necesario para que, con el tiempo, esta extraña experiencia obtenga su grupo de seguidores o, por lo menos, se convierta en un placer culposo.

 

 

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