Producción: La Colina de Watership (Watership Down)
Director: Noam Murro
Año: 2018
Plataforma: Netflix

 

En 5 líneas esta serie:

Es de animación

Es un drama con tonos oscuros

Nos remite a historias distópicas y de sobrevivencia

Es prácticamente una copia del original

Sufre en su calidad de animación

 

   

 

Watership Down es una miniserie remake del clásico de animación de 1978, a su vez basada en la novela homónima de 1972. Ambos, tanto la película original como la novela, fueron éxitos inmediatos en el Reino Unido donde se concibieron, aunque no sin algo de controversia.

La historia cuenta sobre Fiver y Hazel, un par de conejos que viven en una comuna. Fiver es un conejo un tanto especial que sufre de premoniciones, y al tener una visión ominosa que le anuncia la destrucción de la madriguera convence a Hazel y a otro puñado de sus vecinos de huir en busca de un nuevo comienzo. Pero, siendo estos unos animales salvajes, y el entorno natural una competencia constante por la supervivencia, el recorrido de nuestros protagonistas no será nada fácil, o agradable.

Probablemente nunca nadie se ha quejado de que la literatura sea demasiado violenta o cruel, de hecho, es justo el medio que no requiere de una consideración con el público para contar una historia como bien le venga. No así en el cine. La adaptación a la pantalla se estrenó con el estigma de ser demasiado violenta o cruel para un público infantil. Aquellos desentendidos seguramente asumieron que el hecho de que la novela se adaptara a la animación significaba que estaba hecha para niños, cuando la explicación más sencilla era que la novela se adaptó en animación porque era la forma correcta de adaptar una historia sobre conejos que hablan y tiene su propia versión del pacto social de Rousseau.

En efecto la historia es violenta y cruel, la supervivencia de los conejos en el entorno salvaje nos remite, de manera anacrónica, a todo el subgénero del posapocalipsis, entre ellos el de los zombies en su representación más reciente (véase The Walking Dead). La premisa de estas historias que cuentan sobre la desaparición del orden social es el regreso del ser humano a un entorno salvaje, donde al no haber un poder externo o supremo que lo controle, se revierta a sus raíces animales. Bueno, pues con Watership Down sucede más o menos lo mismo pero en sentido contrario: son unos animales salvajes que a través de la narración adquieren características humanas (si no es que victorianas) y así es que les toca lidiar con el entorno salvaje. Bastante brutal para un cuento infantil.

La iteración más reciente es una producción en conjunto de la BBC y Netflix, sin algún otro motivo de actualizar el look de lo que vemos en pantalla (y un nuevo elenco vocal de lujo) y presentársela a nuevas generaciones. En este sentido, se agradece que la historia se haya extendido a cuatro horas, sin embargo, no hay nada que agregar a la producción original de 1978; aunque, increíblemente, se sufre en el apartado que se supone deberíamos estar mejorando, que es el de la animación. La coproducción de la BBC/Netflix nos remite a los días de la animación en computadora cuando aún no existía Netflix. La ironía se cuenta sola.

En el balance final, Watership Down es una historia que se disfruta si se es adepto a las distopias, y esperemos también que sea un buen pretexto para poder revisar la producción original, la cual, repetimos, es un clásico de la animación.

 

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