Producción: Zoom
Director: Pedro Morelli
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es una comedia dramática

Mezcla live-action con animación

Satiriza a la industria del entretenimiento

Es fácil conectar con los personajes

El tercer acto pierde coherencia

 

   

 

El blog Apostillas Literarias define la palabra metaficción como: “Estrategia narrativa que muestra los elementos que hacen posible la ficción; es una ficción dentro de la ficción (o ficción acerca de la ficción).” Justamente eso es la ópera prima del director Pedro Morelli, una metaficción que conecta la vida de tres artistas: Una escritora brasileña, una ilustradora canadiense y un director de cine (aparentemente) español.

El guionista Matthew Hansen nos sumerge en la vida de estos tres personajes. Por un lado tenemos a Michelle (Mariana Ximenes), que decide abandonar su vida de súper modelo y enfocarse en la novela que tanto tiempo ha soñado con escribir. Más hacia el norte está Emma (Alison Pill), quien de día trabaja en una fábrica de muñecas sexuales y de noche ilustra e imagina personajes perfectos y sus peripecias en papel. Finalmente está Edward Deacon (Gael García Bernal), un famoso director de cine cuya confianza proviene directamente de su magnetismo sexual. Explicar más a fondo la relación de estas figuras sería arruinar un poco una de las mejores partes de la película, pero ya deben imaginarse a grandes rasgos de qué va.

Amerita resaltar el hecho de que, aunque esta producción podría no ser más que un desborde de pomposidad (¿hacemos la mitad de la película animada? ¡la hacemos! ¿por qué? ¡porque podemos!), bajo toda esa capa de tecnicolor y bromas de penes y pechos, se tratan temas con los que cada uno de nosotros, como audiencia, se puede identificar, sencillamente porque son actuales y son humanos. A Emma la vemos lidiando con una crisis de imagen personal, detonada por comentarios aparentemente inofensivos por parte de su compañero de trabajo y amante; Michelle escapa de una relación abusiva con su novio y manager, quien no la cree capaz de poder poner juntas más de dos palabras por ser “demasiado guapa”. Edward es famoso por sus películas de acción tanto como lo es por su imagen de galán, y queda establecido que es justamente esa imagen la que lo ha posicionado como el director que es. Aquí se caricaturiza una vez más la leyenda urbana de tener que dormir con el productor para poder hacer una película, pero se hace de una manera tan ingeniosa y tan absurda, que a uno no le queda más que preguntarse por milésima vez si así es como realmente funciona la industria del espectáculo.

Si Inception (Christopher Nolan, 2010) y Art School Confidential (Terry Swigoff, 2006) tuvieran una noche de copas, Zoom sería el hijo bastardo producto del condón roto. ¡Bien por el condón roto!

 

 

 

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