Producción: Juanicas
Director: Karina Garcia Casanova
Año: 2014

 

 

Bollo Negro: Antes que nada, muchas felicidades por tu trabajo. Que experiencia tan fuerte ha de haber sido para ti.

Karina García: Si, muy intensa.

 

BN: Este documental es un viaje íntimo, sobre tu pasado y tu familia. ¿Cuál fue tu motivación para realizarlo?

KG: La idea para mis primeros proyectos surge en mis viajes a Perú y Bolivia, quería trabajar con niños de la calle; me gustaban mucho las ideas de Augusto Boal y la idea de usar el arte con función transformativa. Pero me di cuenta que eso lo podía aplicar a mi realidad, en vez de ir hasta Perú podía hacerlo con mi propia familia. Mi madre fue diagnosticada por primera vez con el síndrome bipolar en el 2003. En su tratamiento durante casi un año la medicaron mucho y se había transformado en otra persona. Cuando volvió en sí, a lo que yo consideraba normal en mi madre, empecé a filmar porque pensaba que en cualquier momento podía desaparecer. No sabía exactamente qué tipo de proyecto iba a desarrollar, pero me di cuenta que la cámara me ayudaba en mi relación con mi madre. Un día mi mamá me dijo que mi hermano Juan llegaba de Estados Unidos. Él había desaparecido por dos años, y en ese momento nos decía que volvía a Montreal para curarse. Ahí sentí que tenía que filmar y así empezó la idea para la película. Con el tiempo empecé a entender que estaba haciendo está película por necesidad de entender a mi familia, y también de entenderme a mí, que iba a ser algo terapéutico y catártico.

 

BN: Entonces, esta idea de arte como función social ¿eso es para ti el documental?

KG: Para mi el documental puede ser algo informativo; pero creo que también puede tener ambiciones artísticas, que puede ser algo más personal. Con este proyecto no sé si logré mis ambiciones artísticas, pero para mí sin duda el documental puede ser una forma de arte.

 

BN: ¿Cómo consideras que te ayudó el documental para entender desde afuera la enfermedad de tu hermano y de tu mamá? ¿Finalmente la cámara fue un mediador?

KG: Al principio noté que actuaba como testigo, la cámara nos daba una cierta distancia. En vez de estar completamente metida en el momento y entrar en la dinámica de frustración, estaba concentrada en ser directora, me ayudó a entender mejor lo que estaba sucediendo. Para mi esa fue la función de la película: darme la distancia que me ayudó a entender. Mi hermano fue diagnosticado cuando él tenía 18 años y yo 15; pensaba que esto era normal, que era mi realidad. La película me ayudó a ver el problema como un espectador y darme cuenta que esto no era una dinámica funcional. Él estaba enfermo, nuestra relación estaba enferma.

 

BN: Fue un proyecto de 10 años donde tu estuviste involucrada en todo el proceso de filmación, edición, selección de imágenes. ¿Qué tan agotador resultó para ti y qué objetivo consideras que cumpliste con tu trabajo?

KG: La película iba más sobre mi madre y yo, cuando estaba a punto de acabar esa película sucedió la última crisis de mi hermano [y decidí reenfocar la película]. Cuando mi hermano murió surgió el reto de cómo hacer una película con alguien que ya no está. Tenía que encontrar fragmentos que podrían contar la historia e incluir cosas que nunca había pensado iban a ser parte de la película, como las filmaciones de prueba que hice para mi clase, mal filmadas.

El montaje lo hice yo misma, y la verdad es una película cuya esencia está en la edición. Fueron años: editaba, paraba, editaba; dos años de tiempo completo, quince horas al día, yo sola metida en un cuarto de edición para acabar la película. Pasé mucho tiempo buscando financiamiento para mi proyecto, pensé que tendría para alquilar una buena cámara, un camera man, pero nunca sucedió. No recibí financiamiento porque es un documental tan personal, esa era la respuesta más común: “es demasiado personal y no sabemos si va a conectar con los demás”. Ese es el reto de películas “intimistas”. Al final una compañía productora y unos amigos me ayudaron a acabarla.

El proyecto lo arrastré durante diez años, necesitaba acabarlo y pasar a otra cosa. ¿Cómo cuentas la historia de una familia? Podía ir en varias direcciones, para mi esa fue la satisfacción, de organizar y crear algo más o menos coherente; me hubiera gustado tener más tiempo, pero tenía que cerrar y pasar a otra cosa. Entonces en ese sentido tengo esa satisfacción, de terminarla y poder mostrarla; y en cada proyección que he tenido la oportunidad de recibir preguntas de la gente siempre hay una conexión con el público, y eso es algo especial para mí. Por lo menos en cada proyección alguien me dice “mi mama, mi hermano, mi mejor amigo, es bipolar y podría encontrarme en tu historia”. Todo eso hace que haya valido la pena.

 

BN: ¿Qué otros puntos consideras relevantes o importantes y que abordas en tu documental?

KG: Para mí es un testimonio de una familia, para que la gente tenga empatía con los personajes y una conexión emocional. Pero en este testimonio hay también una motivación política: “esta es la realidad de este sistema”. No es un documental sobre los problemas con las instituciones psiquiátricas en Canadá, pero está en la historia. Hacia el final tuve que cortar esa parte donde se explicaba mejor el problema. Aun así creo que queda claro: ¿por qué alguien que tuvo varios intentos de suicidio, es liberado después de tres días diciendo que está bien? Me parece absurdo. Cuando las familias están en situación de crisis, no hay apoyo ni del hospital, y si el hospital no quiere al paciente solo queda la cárcel; en la cárcel trataron a mi hermano como un criminal. Eso me parece grave en el sistema de salud, en dónde no hay lugares en los hospitales psiquiátricos y no hay voluntad de invertir en programas para apoyo a las familias en crisis.

 

BN: ¿Hacer una revisión a tu pasado ha de haber resultado liberador?

KG: Si es liberador, algo que necesitaba hacer, pero no termina completamente resuelto. Tengo más paz hacía mi pasado, pero son temas que tampoco terminan por resolverse con una película. Ni en 10 años, son cosas que uno trabaja toda su vida. La muerte de mi hermano creó un nuevo trauma que la película hasta cierto punto me ayudo a trabajar.

 

BN: ¿Cuál sería la estética que tú propones para narrar tu historia?

KG: Tenía ciertas ideas acerca de la película que iba a hacer, pero digamos que mi primera referencia era del cinéma vérité. Sabía que tenía personajes fuertes, una situación fuerte y que iba a dejar que la realidad estructurara la historia. Después de pasar tanto tiempo viendo estas imágenes, la estructura surgió de la edición. Tenía el problema de representar a mi hermano, de quien solo había una entrevista de audio que no pensaba usar y al final fue central en la película; pero luego ¿cómo le haces para ilustrar eso visualmente? No tenía imágenes de súper 8 de mi familia, pero justamente el hecho de usar películas de súper 8 de otras familias mexicanas, de más o menos la misma época, me pareció interesante, me resolvió el problema de como ilustrar y agregaba otra dimensión [a la película]. La idea de guardarlas [las cintas super 8] en sucio comunicaban esa nostalgia y esa distorsión de la memoria y del tiempo. Esa estética era para mí agregar un sentido a la historia. Es la historia la que terminó editando el estilo. Es una película hecha de fragmentos: fotos rotas, papeles, reportes del psiquiátrico, de la policía.

 

BN: Podríamos decir que se expresa el problema a partir de la estética.

KG: Exacto

 

BN: Finalmente ¿cuál es el mensaje que intentas transmitir a la audiencia? y ¿cómo consideras que ha sido la recepción hasta este momento?

KG: El mensaje más importante es que la gente tenga empatía con mi hermano. Su historia no es fuera de lo común, hay tanta gente con una enfermedad mental, y es duro para el enfermo, que rompe con todas sus relaciones y se encuentran solos; pasan de institutos psiquiátricos a encontrarse en una situación de calle y en tiempos de crisis terminan en la cárcel. Esa es una triste realidad: la criminalización de la enfermedad psiquiátrica. Para mí era importante mostrar eso, porque la gente piensa “ah esta persona está en la cárcel, es un criminal, merece estar ahí”, pero mi hermano no merecía estar ahí; no era un criminal, era una persona enferma. Yo quería humanizarlo, para que la gente pudiera verlo en toda su complejidad, para no verlo reducido simplemente a un criminal. Y darle justicia, pues siento que toda su vida quiso mostrar su punto de vista, porque como él dice en su carta, se quedó atorado en el papel del malo, y yo veía a mi hermano como una víctima también. Contando su historia puedo mostrar que no era una mala persona, malas cosas le sucedieron en su vida y por eso resultó como resultó.

 

BN: ¿Estás satisfecha con tu trabajo?

KG: Hasta cierto punto, me siento bien de haberlo acabado, pero es duro sentirse satisfecha con una historia tan trágica y tan triste, me hubiera gustado nunca haber hecho esta película, pero la realidad me forzó a hacerla

 

BN: Muchas gracias por la entrevista y muchas felicidades por tu trabajo, por darnos esta historia tan personal, espero que continúen las proyecciones y los reconocimientos para tu documental.

 

 

Juanicas está en cartelera en la Cineteca Nacional, pueden consultar horarios aquí.

 

 

 

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