Producción: La Libertad del Diablo
Director: Everardo González
Año: 2017
Plataforma: Ambulante

 

En 5 líneas este documental:

Trata el tema del narcotráfico y la violencia en México

Ofrece testimonios variados sobre el tema 

Utiliza un recurso novedoso para elevar su mensaje

Es un servicio a la sociedad

Es de naturaleza fuerte y difícil de atestiguar

 

   

 

Everardo González, interesado en el periodismo, el reportaje gráfico, la fotografía documental y los procesos sociales; director de documentales como La Canción del Pulque (2003) y Los ladrones viejos (2007), ahora presenta La Libertad del Diablo. Después de pasar con éxito por el Festival de Cine de Berlín y el Festival de Guadalajara, el documental forma parte de la 12va edición de Ambulante, festival dedicado al género cinematográfico documental.

La cinta gira sobre un tema al cual la sociedad se ha vuelto aparentemente inmune: la guerra contra el narcotráfico, la violencia, sus víctimas y los generadores de ésta; y aquellos en quien la sociedad podría confiar para su mitigación: soldados y policías, que tampoco han logrado apoyar del todo a la sociedad civil. Así, a través de confesiones y testimonios de cada una de las partes, el espectador se va adentrando a la problemática y a los estragos que esta guerra ha ido dejando a su paso.

En La Libertad del Diablo se propone experimentar con el género del documental y mediante su idea clave, la narración de la realidad, probar al espectador; es decir, qué tan empático se puede ser con el otro, a partir de qué elementos es que se genera esa empatía y compromiso con lo que se está observando en pantalla. Es entonces a partir de un recurso narrativo novedoso e interesante que se llega a un compromiso sincero y firme con cada uno de los personajes que observamos.

Dicho recurso es una máscara similar a la que utilizan las víctimas de quemaduras, haciendo una posible alusión al sufrimiento y al dolor que ha provocado tanta violencia en el país. El recurso muestra que no es necesario conocer el rostro completo de la víctima o del sicario para empatizar o no con el otro. A veces la máscara muestra mucho más de lo que aparenta. A su vez, dicho elemento se vuelve atractivo al salir de la convención de anonimato basado en la distorsión de la imagen o la sombra. Es anonimato y espejo, pues “hoy puede ser la persona que veo, mañana podría ser yo”, esta podría ser la premisa del documental.

La Libertad del Diablo no sólo muestra o cuenta de nuevo el problema del narcotráfico, sino que va más allá del aspecto informativo al darle lugar a las voces de las víctimas y victimarios, pero desde su aspecto de humanidad, logrando en el espectador un chispazo, un cortocircuito; darse cuenta que el sufrimiento y la violencia no debe de ser algo con lo que se debe estar acostumbrado a despertar, algo que la noticia, los medios, las redes sociales han naturalizado o han vuelto al sujeto indiferente. Detrás de las estadísticas, hay seres humanos, mujeres, niños, jóvenes que día tras día viven las travesuras que al diablo se le ocurren al momento.

 

 

 

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