Producción: The Autopsy of Jane Doe (La Morgue)
Director: André Øvredal
Año: 2016
Plataforma: Cartelera

 

En 5 líneas esta película:

Es de horror

Construye bien su atmósfera

Mezcla bien un par de géneros

Tiene los clásicos saltos en butaca

No se salva de clichés

 

   

 

Un cuerpo, dos médicos forenses y un misterio por develar. A veces no es necesario tener más elementos para poder realizar o provocar un poco de espanto en el espectador. La historia tiene lugar en un pequeño pueblo, donde ha ocurrido un crimen; el sheriff al asistir a la escena del infortunio descubre un cadáver intacto, enterrado en la tierra; pronto solicita la ayuda de Tommy Tilden –un médico forense que junto a su hijo se encargan de la Morgue del pueblo–. El sheriff solicita a su amigo que la autopsia al cadáver para descubrir la causa de muerte, se realice lo más pronto posible, pues pronto se regará por la comunidad tal crimen y él necesita tener respuestas ante los hechos ocurridos.

Así entonces comienza la carrera a contrarreloj para determinar la muerte de Jane Doe –nombre que los médicos forenses ponen a un cadáver sin identificar–. Poco tiempo es el que nos da el director para empezar con el festín visual, pues después de ponernos los elementos sobre la mesa, de una manera veloz pero no torpe, inicia la investigación de Tommy Tilden y su hijo Austin. El manejo visual de cámara y efectos para el proceso de la autopsia puede considerarse un trabajo impecable y debía serlo pues finalmente es el motor para que la historia se pueda ir desarrollando, por tal motivo es que esta parte del trabajo debía ser bien elaborado. Desde la apertura del cuerpo hasta el más mínimo detalle que provoque un efecto de realidad; la autopsia por sí misma va marcando el ritmo de la historia, pues cada paso que van dando los médicos se va develando el misterio que encierra el cadáver.

Interesante también resulta la mezcla de géneros, pues de un primer momento podríamos pensar que el tema del que la película se nutrirá es el crimen y su resolución, pues, por ejemplo, los forenses constantemente se preguntan respecto a cuál o cuáles fueron las posibles causas de muerte, todo a partir de la evidencia. Posteriormente es que vamos cayendo en cuenta de que las piezas del rompecabezas que se busca armar tienen que ver más con un problema que atraviesa cualquier ley de compresión científica, para adentrarse y cruzarse con algunas convenciones del género del horror, por ejemplo, la apertura sin querer de algún vínculo con brujería y/o satanismos que, al ser descubierto cae en el lugar común y en la posibilidad de que el espectador se desenganche del filme.

Sin embargo, esto no sucede con La Morgue, y es debido al manejo audiovisual de ciertos elementos, como un espacio claustrofóbico (la película transcurre en el interior de la casa-morgue de los Tilden), el empleo de luces mínimas necesarias para generar la angustia de no tener un campo de visión amplio, así como elementos circunstanciales y otros anunciados en algunos momentos de la trama, hacen que se construya una historia que vaya generando miedo y tensión dentro del espectador.

Así, entonces, pese a algunos tropiezos dentro de la narrativa, como las caídas en algunos de los baches convencionales del horror comercial, se construye una historia interesante y con una propuesta o perspectiva nueva para generar esos breves sobresaltos del asiento que siempre se agradecen, pues finalmente el pacto película-espectador se cumple y así disfrutamos del momento.

 

 

 

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