Hace unos días, tras ver Baby Driver –los invito a leer nuestra reseña– unas amigas dentro de la industria cinematográfica y yo discutimos largo y tendido sobre la película. Algo captó nuestra atención.

Si bien la película cumple con el objetivo de entretener desde un punto de vista taquillero, con una ejecución prolija y por supuesto, con la proposición ambiciosa de convertir la música en el eje central de la historia, abordamos una vez más el constante problema en la representación femenina en un gran porcentaje de películas y series. Durante la conversación se mencionó el test de Bechdel. Básicamente es una herramienta que surgió en 1985 para analizar si un guion cumple con los estándares mínimos para evitar la brecha de género. Los tres puntos a cumplir son los siguientes: contar por lo menos con dos personajes femeninos, dichos personajes deben hablar en algún momento de la historia y por último, dicha conversación debe tratar de algo distinto a un personaje masculino o una relación con alguno en cualquier plano. Esto me hizo pensar que, si bien en la actualidad todo proyecto cuenta con la presencia de mujeres, una cantidad alarmantemente baja cumple con las dos últimas premisas. Pero, ¿cuál es el problema? ¿Por qué crear personajes femeninos bajo estándares frívolos en pleno siglo XXI? ¿Hacen falta más mujeres en la industria?

Definitivamente, sí. Por entender lo que implica ser mujer y poder comunicar los desafíos y la innegable belleza de ser mujer desde nuestra visión, sobre todo en una época particularmente emocionante para nosotras. Esto no quiere decir que un hombre sea incapaz de capturar con crudeza la esencia femenina, pero debemos admitir suelen pasar por alto la importancia de construir una identidad sólida para estas partes y concentrarse en otros aspectos que podrían considerar de mayor relevancia. Es crucial que una producción cuente con perspectivas variadas, para así poder ofrecerle al público realismo y calidad, por lo menos en el aspecto de la identidad humana, básico. Desde mi posición de mujer aspirante a ser parte de una industria con tanto poder social como esta, invito a reflexionar sobre la relevancia de nuestra perspectiva al contar historias y sobre todo al construir como debe ser vista la mujer moderna.

Después de la ya mencionada exhaustiva y apasionada tertulia femenina, con un sinfín de cafeína de por medio, regresé ese día a casa para ver Girls por mera casualidad y quedé completamente enganchada, ¿eres tú, destino? Lo menciono porque me parece es la demostración perfecta de una producción que refleja con voracidad y una fidelidad casi dolorosa los obstáculos que enfrentamos las mujeres hoy en día, haciendo una oda poderosa a la amistad femenina y el camino a la madurez, con todo lo que encontramos en medio. Lena Dunham no sólo es la protagonista de la serie; sino que funge como productora, directora y guionista del proyecto; es completamente recomendable para reír un rato y acompañar a los personajes en su metamorfosis mientras presencias la que podría ser la tuya en un futuro no muy lejano. Esta producción debe ser un referente obligado no sólo para la audiencia femenina, si no para el público joven en general, para poder disfrutar un poco más estos años de cambio y sobre todo, para obtener una mirada fresca y honesta de lo que implica ser mujer.

 

 

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